OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

CARTAS DE ITALIA

 

 

LA FIGURA EUROPEA DE NITTI1

 

Durante estos veintitrés días de crisis minis­terial casi todos los parlamentarios representa­tivos de Italia han figurado como posibles pre­sidentes del Consejo, Giolitti, De Nicola, Orlando, Bonomi, Tittoni. Sólo los líderes Salandra y Nitti, han permanecido en la sombra. El primero, porque ya no es tiempo de un gobierno de la derecha. Y el segundo, porque todavía no es tiempo de un gobierno de la izquierda.

Pero no han sido únicamente razones parla­mentarias, razones domésticas, las que han eli­minado a Nitti de la competición. Han sido más bien, razones internacionales. Mientras Giolitti, De Nicola, Orlando. Bonomi, son esencialmente figuras de la política italiana, ésta está, su­bordinada a la suerte de sus ideas en la movedi­za política europea.

En ésta como en aquélla, Nitti es un hombre de la izquierda. Preconiza la revisión de los tra­tados de paz. Quiere que Alemania sea asociada a la obra de la reconstrucción europea. Sostie­ne que el aislamiento y la persecución de la Ru­sia de los Soviets enfervorizan y fortalece su ex­tremismo y aumenta la sugestión de su bandera en las clases trabajadoras europeas. Y que ne­gociar y pactar con ella, atraerla a la sociedad continental, sin aprensiones ni prejuicios doc­trinarios es el único medio de volverla inofen­siva e inocua.

Todo esto explica que Nitti no pueda aún re­gresar al poder. La situación europea y, por ende, la situación italiana no está plenamente madu­ra para un gobierno suyo. La conferencia de Génova preludia una nueva política. Pero la ne­cesidad de esta nueva política no es todavía bien comprendida por las clases dirigentes de las na­ciones aliadas. Nitti podría colaborar con Lloyd George, con quien ha colaborado ya. Pero en cambio no podría colaborar con Poincaré. Con Poincaré ha polemizado periodísticamente una vez por haberse Poincaré lamentado, en la Revue des Deux Mondes, de que la paz de Versailles fuese vituperada y socavada por un ex presidente de Consejo de una de las potencias a ella mancomunadas.

La presencia de Nitti en el gobierno de Ita­lia habría acentuado tanto la fisonomía revisio­nista de la Conferencia de Génova que, probablemente, Francia se habría abstenido de partici­par en ella y habría puesto más empeño en sa­botear y torpedear el programa coordinado en Cannes.

En su reciente libro "L'Europa senza pace", Nitti ha resumido sus ideas sobre el malestar mundial. Ese libro, más que su precedente pro­paganda periodística, lo consagra como uno de los pioneros máximos de una política revisionista.

El programa europeo de Nitti es éste. En la Sociedad de las Naciones que, actualmente, ape­nas si es una alianza de los vencedores, deben ser incorporados los vencidos. Así modificada y vigorizada, la Sociedad de las Naciones debe revisar los tratados de paz, extirpando de ellos aquellas estipulaciones que mantienen en el mun­do la atmósfera de violencia dejada por la gue­rra. La comisión de reparaciones, instrumento de súplica y de tortura, debe ser instantáneamente suprimida.

La solución del problema de los créditos in­teraliados no puede ser otra que su recíproca condenación. Calculando su monto en cien mil millones, Nitti sugiere que en el peor de los ca­sos, no sea condenado sino un ochenta por cien­to; quedando el veinte por ciento restante a car­go de Alemania como una parte de su indemni­zación de guerra.

Nitti dice que hay que salir de la ilusión de una indemnización fabulosa. Si los vencedores no pueden pagar siquiera los intereses de sus deudas, es insensato suponer que Alemania, per­didas su flota, sus colonias, su fierro, y una parte de su carbón, y desorganizado su comercio exterior, pueda dar a sus acreedores varios millares de millones anuales. Una cifra razonable no puede pasar de sesenta mil millones, de los cuales deben descontarse veinte mil millones que Alemania ha pagado ya con su flota, sus colo­nias, etc. A Alemania se le exigiría el pago de di­nero y mercaderías de veinte mil millones solamente. Los otros veinte mil millones serían la parte que se le cargase de la deuda interaliada.

No encuentra Nitti injustificadas las apren­siones y las inquietudes francesas por el porve­nir. Y, por eso, admite que es necesario dar a Francia, en cambio de las cláusulas insosteni­bles del Tratado de Versailles, un tratado de ga­rantía de uña duración no menor de veinte años.

Su programa de política europea parte, remarca Nitti para captarse la opinión pública de su país, de un punto de vista totalmente italia­no. Nitti piensa que trabajar por su realización es para Italia no sólo una cuestión de ideal y de sentimiento sino, principalmente, una cues­tión de interés. Del agravamiento de la crisis continental, Italia no tiene que esperar sino da­ños y desventuras. Lo lógico es, pues, que se esfuerce por evitarlo. Italia no puede convivir sino con una Europa respetuosa de la libertad y fiel a la democracia. A Italia no le conviene que florezca en Europa ningún imperialismo. El rol que le toca a Italia en Europa y en el mun­do es, por fuerza, un rol moderador y democrático.

Naturalmente, la opinión pública italiana no puede ser ganada por Nitti en un día. Pero, po­co a poco, se advierte en ella una gradual satu­ración de sus ideas. La reacción "fascista" que, a la caída de Nitti, arreció bulliciosamente, con­denándolo a un período de impopularidad, entra en la curva del descenso. Hasta hace pocos me­ses la prensa italiana era casi unánimemente adversa a Nitti. Ahora, tres grandes diarios romanos, Il Mondo, L'Epoca e Il Paese auspician su política.

Toda la derecha es irreconciliable adversaria suya. Y en la izquierda constitucional prevalece Giolitti. Pero el programa internacional del centro católico confina con el de Nitti. Los so­cialistas oficiales, que día a día se afirman en el camino del colaboracionismo, pueden muy bien entenderse un día con él. Aparte de que, en el caso de una renovación de la Cámara, mien­tras los católicos y socialistas no perderían su posición numérica, cambiarían la composición y la mentalidad del sector constitucional.

Nitti, por esto, no tiene prisa de volver al gobierno. El momento es de transición. Y los gobiernos también. A Nitti le toca aguardar que la transición se cumpla.

 


NOTA:

1 Fechado en Roma, 10 de marzo de 1922; publicado en El Tiempo, Lima, 21 de mayo de 1922.