OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ARTISTA Y LA EPOCA

 

  

«DER STURM» y HERWARTH WALDEN1

 

No es posible explorar los caminos del arte moderno en Alemania sin detenerse largamente en Der Sturm.2 Der Sturm no es solamente una revista. Es una casa de ediciones artísticas, una sala de exposiciones y conferencias, una galería de arte de vanguardia. Representa un hogar de las nuevas tendencias artísticas alemanas e internacionales.

Quien conozca la historia del expresionismo alemán sabe el lugar que ocupa en ella la revista Der Sturm, que ha cumplido ya su décimo sép­timo año de existencia. El expresionismo no ha acaparado a Der Sturm. Cubistas y dadaístas, fu­turistas y constructivistas, sin excepción, han te­nido en Der Sturm albergue fraterno. Herwarth Walden, director de Der Sturm, no se ha dejado nunca monopolizar por una escuela. Vanguardis­ta auténtico, de rica cultura, de aguda visión y de penetrante inteligencia, su empeño consis­te en cooperar, sin limitaciones, a la creación de un nuevo sentido artístico. Pero el hecho de que el expresionismo haya nacido en Alemania, lo ha vinculado particularmente a los hombres y a las obras de esta tendencia artística y literaria.

El movimiento expresionista exhibe, entre otros, el mérito de haber colocado a Alemania en rango principal en la pintura, después de un largo período en que permaneció, a este respec­to, relegada a segundo orden. La época del im­presionismo se caracteriza como la de la hege­monía de la pintura francesa. Monet, Renoir, Ce­zanne, Degas, etc., llenan con su trabajo y con su influencia un entero capítulo de la pintura moderna. En ese capítulo, Alemania tiene muy exigua figuración. En general, todo el ciclo realista, impresionista, naturalista, recibió un apor­te escaso y opaco de los artistas alemanes. Ha sido con la victoria de la fantasía sobre la reali­dad, de la imagen y la figura sobre la cosa, mar­cada por las nuevas corrientes, que la pintura y la escultura alemanas han entrado en un perío­do de resurgimiento. El abstractismo de estas nuevas tendencias parece más próximo o más asequible al espíritu alemán que el naturalismo o el objetivismo de las escuelas que se propo­nían la representación de la naturaleza, en las cuales han sobresalido, más bien, los latinos.

Dos hogares ha tenido en Berlín el arte mo­derno: la casa de Dar Sturm y la Casa de Paul Cassirer. Estas dos casas no han sido amigas, aunque en cierta forma hayan trabajado en una misma empresa. Y lo que las ha separado no ha sido razones de bottega3 o de concurrencia ante el público. Mientras Paul Cassirer, cualquiera que haya sido la generosidad de la inteligencia de su mecanismo, se clasifica siempre como un corredor o un comerciante de obras de arte, Her­warth Walden4 se libra de este título por la in­transigencia o el extremismo que ha dado a su misión. La posición de Walden es hasta hoy una posición de extrema izquierda, no por una fácil adhesión a ultraísmos formales, sino por una reiterada afirmación de un espíritu realmente revolucionario. En tanto que, como ya he teni­do oportunidad de apuntarlo, una gran parte de los presuntos vanguardistas revela, en su indivi­dualismo y su objetivismo exasperados, su espí­ritu burgués decadente, Walden reclama en la obra de arte una disciplina alimentada en móvi­les sociales. «Los conceptos de libertad y per­sonalidad (en el arte) —escribe Walden— han cumplido su hora». Y, luego, agrega: «De igual manera que parece muy difícil a la humanidad actual, sumergida dentro de una concepción burguesa, dejar de ver la libertad del hombre en la ilimitada posesión de capitales, y la libertad de la mujer en la ilimitada posesión de hombres subyugados, así también parece muy difícil, en la casa de los artistas, sumergida dentro de una concepción burguesa, abandonar su fe en la libertad del arte y en su victoria sobre las leyes éticas. Tan sólo eso que se llama la masa, guiada por un seguro instinto, ha reconocido que no hay privilegio para los trabajadores intelectuales, que es como los artistas gustan de llamarse en nuestros días».

La actividad de Walden, en su revista y en sus exposiciones, es ampliamente internacionalista y cosmopolita. El valor de la nueva pintura francesa ha sido reconocido y proclamado por Der Sturm. La misma acogida ha dispensado Walden a los artistas nuevos de Italia, Rusia, etc. Durante mucho tiempo la escena de Der Sturm ha estado principalmente ocupada por los artistas rusos Archipenko, Chagall, Kandinsky y Kokoschka.

La galería privada de Herwarth Walden constituye uno de los más completos museos de cultura moderna del mundo. Están allí representa. dos insuperablemente Archipenko, Humberto Boccioni, Carlo Carrá, Marc Chagall, Max Ernst, Albert Gleizes; Kandinsky, Paul Klee, Kokoschka, Fernand Legar, Gino Severini y el gran expresionista alemán, prematuramente muerto hace algunos años, Franz Marc. Estos son los nombres anotados por mí cuando visité la galería de Walden a principios de 1923. De entonces a hoy, Walden debe haber enriquecido notablemente su colección.

Los últimos números de Der Sturm lo presentan, como siempre, combativo y vigilante. La experiencia expresionista, que para otros ha sido estéril en este sentido, a Herwarth Walden le ha abierto y aclarado amplias perspectivas históricas y sociales. Der Sturm es para él, al mismo tiempo, un puesto de observación práctica y un instrumento de elaboración teórica.

 


NOTAS:

1 Publicado en Variedades: Lima, 29 de Enero de 1927.

2 La Tormenta.

3 Equivalente a competencia.

4 En Amauta (Nº 11, pp. 17-18; Lima, Enero de 1928) insertó José Carlos Mariátegui la versión española de una breve pieza teatral de Herwarth Walden, titulada El último amor.