OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

MARIATEGUI Y SU TIEMPO

    

     

JOSE CARLOS MARIATEGUI1

GENERACION POLITICA

"Este libro no tiene más valor que el de ser un documento leal del espíritu y la sensibilidad de mi generación".

Una misma voz, un destino semejante ha sonado quizás para todo el Continente americano que habla español; voz y destino que demuestran sólo la unidad de sentido histórico que hay para estas razas y estas tierras. La historia, que señala rumbos a la intención de los individuos, torrente donde las personalidades navegan, zozobran o naufragan, parece haber fijado al Continente el advenimiento de una generación con intenciones e inquietudes similares. Nosotros la designamos como generación política. Y día a día se va formando, se aguzan los perfiles de su figura. Indican este fenómeno, en el espacio y en el tiempo, algunos hombres que se destacan como jalones, que ofrecen dirección, que limitan el conjunto. Al lado de ellos se mueven grupos. No es claro todavía el sentido de su acción, nos lo enturbia el presente que es, a menudo, enemigo de las observaciones; pero ya vemos que a todos los une el designio de buscar, manejar y moldear el conjunto de la vida social y política para ceñirla a formas mejores.

Hombres y grupos. Grupos y hombres. Afiliados a partidos que luchan entre sí, separados por postulados infranqueables y rígidos, los liga, sin embargo, por encima de todo, el sino histórico de miembros de una generación de tendencia política. A todos preocupa el camino que sigue el Continente, la manera de guiarlo para que esquive las crisis que amenazan. En las manos se apoyan banderas que flotan simbolizando los programas; en las frentes se ahonda la señal de la decisión y la firmeza; en los corazones se acumulan ira, coraje y pasión al servicio de las ideas; los cuerpos se aprietan en la huelga, en el motín, en la reunión, unos se tropiezan con los que caen; la lengua se suelta y se vuelve ágil para la palabra, se modula la voz, el ademán se hace violento, expresivo y elegante; los ojos brillan ante el terror, penetran los acontecimientos, avizoran las consecuencias, y la sonrisa delata la esperanza de una vida mejor organizada. Todo ello sucede en una época que ha surgido para ofrecer nuevos rumbos al Continente. Amigos y enemigos, de la izquierda y de la derecha, todos forman la generación que en su cariz político se distingue de las anteriores, inaptas para mirar la vida nueva, traidoras en la acción porque contemplaban el desastre de un mundo y nada hacían para detenerlo o precipitarlo, huecas en la voluntad que prefería rumiar viejos postulados de conductas sin efectividad histórica.

La generación política dará perfil a su tiempo; sus miembros trazarán, unos firme, otros torcida, la línea que dibuje después el panora­ma del presente; sus ideas, frases, gestos, luchas, han de formar el acervo que la historia acumula de las épocas que marcan derroteros y abren horizontes. Esta generación se ha venido formando en América sobre todo, después de la guerra en Europa. Hay casos, como el de México, en que los hechos locales han colaborado a su formación y definición; hay otros en que se ha concretado sin movimientos aparentes, pero las voces aisladas concuerdan, entremezclan sus ecos, confunden sus calidades.

Pueden señalarse, de cada rumbo, algunos nombres que cierran el cuadro histórico en que esta generación va consolidándose, en que afir­ma su voluntad y templa su entereza, en que practica su frase y pone en ejercicio su pensamiento. Uno de esos nombres es el de José Carlos Mariátegui, el peruano. Y podrían señalarse otros, en cada país, todos unidos por la misma preocupación, por resolver los problemas de su tierra, de sus hombres, de su cultura.

No es casual la existencia de esta generación de tinte político. El instante de América lo reclama. Pocas realidades tan fecundas en problemas se ofrecen al político. Material que asombra por lo maravilloso de sus posibilidades, que deslumbra por lo prometedor. Es cierto también que pocas generaciones tienen ante sí tareas semejantes; pero de que las cumplan o las abandonen no se puede hablar todavía. A veces los seres sometidos a un destino tratan de eludirlo, aunque ello, ciertamente, no sea posible; si podemos modularlo en sus acordes concretos y enriquecerlo o traicionarlo con los atributos de nuestra voluntad, contra sus líneas generales nada podemos y nos constriñe implacablemente.

José Carlos Mariátegui perteneció a esta generación política que se ha ido formando en el Continente. En ciertos países la generación se mantiene en espera, trabaja activamente con el pensamiento, aunque tenga detenida la voluntad que cumple y realiza lo que la imaginación crea; en otros ya ha dado muestras evidentes de existencia; en todos, contiene en su seno uno de esos instantes que ya han sonado otras veces pa­ra América cuando parece moverse obedecien­do a un mismo e inconfundible impulso de su historia.

 


NOTAS:

1 Notas de Manuel Moreno Sánchez a la selección antológica Mariátegui, serie "Pensadores de América", Edicio­nes de la Universidad Nacional de México, abril de 1937. (Nota de los Editores).