OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

TEMAS DE EDUCACION

  

   

EL III CONGRESO INTERNACIONAL DE LA REFORMA SEXUAL1

 

Nunca se debatió, con la libertad y la extensión que hoy, la cuestión sexual. El imperio de los tabús religiosos reservó esta cuestión a la casuística eclesiástica hasta mucho después del Medio Evo. La sociología restituyó, en la edad moderna, al régimen sexual, la atención de la ciencia y de la política. Se ha cumplido, en el curso del siglo pasado, algo así como un proceso de laicización de lo sexual. Engels, entre los grandes teóricos del socialismo, se distinguió por la convicción de que hay que buscar en el orden sexual la aplicación de una serie de fenómenos históricos y sociales. Y Marx extrajo importantes conclusiones de la observación de las consecuencias de la eco­nomía industrial y capitalista en las relaciones familiares. Se sabe la importancia que para Sorel, continuador de Proudhon en éste y otros aspectos, tenía el mismo factor, Sorel se asombraba de la insensibilidad y gazmoñería con que negligían su apreciación estadistas y filósofos que se proponían arreglar, desde sus cimientos, la organización social. En la preocupación de la literatura y arte por el tema del amor, veía un signo de sensibilidad y no de frivolidad como se inclinaban probablemente a sentenciar graves doctores.

Pero la universalización del debate de la cuestión sexual es de nuestros días. A mediados de setiembre se ha celebrado en Lon­dres el III Congreso Internacional de la Reforma Sexual, en el que se ha discutido tesis de Bernard Shaw, Bertrand Russel, Alexandra Kollontay y otros intelectuales conspicuos. Este congreso ha sido convocado por la "Liga Mundial para la reforma sexual", fundada en el segundo congreso, en Copenhague, en julio del año último. En el segundo congreso se consideraron las cuestiones siguientes: forma del matrimonio, situación de la mujer en la sociedad, control de los nacimientos, derecho de los solteros, libertad de las relaciones sexuales, eugenesia, lucha contra la prostitución y las enfermedades venéreas, las aberraciones del deseo, establecimiento de un código de leyes sexuales, necesidad de la educación sexual. En el tercer congreso, se ha discutido ponencias sobre sexualidad y censuras, la educación sexual, la adolescencia, la reforma de la unión marital, el aborto en la U.R.S.S., etc.

No habrá dentro de poco país civilizado donde no se estudie y siga estos trabajos por grupos en los que será siempre indispensable y esencial la presencia de la mujer. Los estadistas, los sociólogos, los reformadores del mundo entero se dan cuenta hoy de que el destino de un pueblo depende, en gran parte, de su educación sexual. Alfred Fabre Luce acaba de publicar un libro, Pour une politique sexuelle, que en verdad no propugna una idea absolutamente nueva en esta época de la U.R.S.S. y de la Liga Mundial por la reforma sexual. El Estado soviético tiene una política sexual, como tiene una política pedagógica, una política económica, etc. Y los otros Estados modernos, aunque menos declarada y definida, la tienen también.

El Estado fascista, imponiendo un impuesto al celibato y abriendo campaña por el aumento de la natalidad, no hace otra co­sa que intervenir en el dominio, antes privado o confesional, de las relaciones sexuales. Francia, protegiendo a la madre soltera y situándose así en un terreno de realismo social y herejía religiosa, hace mucho tiempo que había sentido la necesidad de esta política.

No se estudia, en nuestro tiempo, la vida de una sociedad, sin averiguar y anali­zar su base: la organización de la familia, la situación de la mujer. Este es el aspecto de la Rusia soviética que más interesa a los hombres de ciencia y de letras que visitan ese país. Sobre él se discurre, con prolija observación, en todas las impresiones de viaje de la U.R.S.S. Singularmente sagaces son las páginas escritas al respecto por Teodoro Dreisser y Luc Durtain.

Y la actitud ante la cuestión sexual es en sí, generalmente, una actitud política. Como lo observara inteligentemente hace ya algunos años nuestro compatriota César Falcón, Marañón, desde que condenara el donjuanismo, había votado ya contra Primo de Rivera y su régimen.

 

 


NOTA:

1 Publicado en Mundial, Lima, 18 de octubre de 1929, inte­grando, con dos notas más; la sección "Lo que el cable no dice".