OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

TEMAS DE EDUCACION

 

  

INTRODUCCION A UN ESTUDIO SOBRE EL PROBLEMA DE LA EDUCACION PUBLICA1

I

El debate sobre el proyectado Congreso Ibero-Americano de Intelectuales plantea, entre otros problemas, el de la educación pública en Hispano-América. El cuestiona­rio de la revista Repertorio Americano con-tiene estas dos preguntas: "¿Cree usted que la enseñanza debe unificarse, con determinados propósitos raciales, en los países latinos de nuestra América? ¿Estima usted pruden­te que nuestra América Latina tome una ac­titud determinada en su enseñanza ante el caso de los Estados Unidos del Norte?". El grupo argentino que propugna la organiza­ción de una Unión Latino-Americana decla­ra su adhesión al siguiente principio: "Extensión de la educación gratuita, laica y obli­gatoria y reforma universitaria integral". Invitado a opinar acerca de la fórmula ar­gentina, quiero concretar, en dos o tres ar­tículos, algunos puntos de vista esenciales respecto de todo el problema que esa fór­mula se propone resolver.

II

La fórmula, en sí misma, dice y vale po­co. La "educación gratuita, laica y obliga­toria" es una usada receta del viejo ideario demo-liberal-burgués. Todos los radicaloides, todos los liberaloides de Hispano-América, la han inscrito en sus programas. Intrínsecamente, este anciano principio no tiene, pues, ningún sentido renovador, ninguna potencia revolucionaria. Su fuerza, su vitali­dad, residen íntegramente en el espíritu nue­vo de los núcleos intelectuales de La Plata, Buenos Aires, etc., que esta vez lo sostienen.

Estos núcleos, hablan de "extensión de la enseñanza laica". Es decir, suponen a la enseñanza laica una reforma adquirida ya por nuestra América. No la agitan como una reforma nueva, como una reforma virginal. La entienden como un sistema que, estable­cido incompletamente, necesita adquirir to­do su desarrollo.

Pero, entonces, conviene considerar que la cuestión de la enseñanza laica no se plantea en los mismos términos en todos los pueblos hispano-americanos. En varios, este método o este principio, como prefiera ca­lificársele, no ha sido ensayado todavía y la religión del Estado conserva intactos sus fueros en la enseñanza. Y, por consiguiente, ahí no se trata de extender la enseñanza lai­ca sino de adoptarla. O sea de empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor estra­tégico e histórico.

III

De toda suerte, en materia de enseñan­za laica es preciso examinar la experiencia europea. Entre otras razones, porque la fór­mula "educación gratuita, laica y obligato­ria" pertenece literalmente no sólo a esa cul­tura occidental que Alfredo Palacios decla­ra en descomposición sino, sobre todo, a su ciclo capitalista en evidente bancarrota. En la escuela demo-liberal-burguesa, (cuya cri­sis genera el humor relativista y escéptico de la filosofía occidental contemporánea que nos abastece de las únicas pruebas de que disponemos de la decadencia de la civiliza­ción de Occidente), han aprendido esta fór­mula las democracias ibero-americanas.

La escuela laica aparece en la historia como un producto natural del liberalismo y del capitalismo. En los países donde la Reforma concurrió a crear un clima histó­rico favorable al fenómeno capitalista, la iglesia protestante, impregnada de liberalis­mo, no ofreció resistencia al dominio espi­ritual de la burguesía. Movimientos históri­cos consustanciales no podían entrabarse ni contrariarse. Tendían, antes bien, a coordi­nar espontáneamente su dirección. En cam­bio, en los países donde mantuvo más o me-nos intactas sus posiciones el catolicismo y, por ende, las condiciones históricas del or­den capitalista tardaron en madurar, la igle­sia romana, solidaria con la economía me­dieval y los privilegios aristocráticos, ejer­citaba una influencia hostil a los intereses de la burguesía. La iglesia profana, —cohe­rente y lógica—, amparaba las ideas de Au­toridad y Jerarquía en que se apoyaba el po­der de la aristocracia. Contra estas ideas, la burguesía, que pugnaba por sustituir a la aristocracia en el rol de clase dominante, ha­bía inventado la idea de la Libertad. Sin­tiéndola contrastada por el catolicismo, te­nía que reaccionar agriamente contra la igle­sia en los varios campos de su ascendiente espiritual y, en particular, en el de la edu­cación pública. El pensamiento burgués, en estas naciones donde no prendió la Refor­ma, no pudo detenerse en el libre examen y llegó, por tanto, fácilmente, al ateísmo y a la irreligiosidad. El liberalismo, el jacobi­nismo del mundo latino adquirió, a causa de este conflicto entre la burguesía y la igle­sia, un espíritu acremente anti-religioso. Se explica así la violencia de la lucha por la escuela laica en Francia y en Italia. Y en la misma España, donde la languidez y la flo­jedad del liberalismo, —que coincidieron con un incipiente desarrollo capitalista—, no impidieron a los hombres de Estado li­berales realizar, a pesar de la influencia de una dinastía católica, una política laicista. Se explica así, también, el debilitamiento del laicismo que, en Francia como en Italia, ha seguido a la decadencia del liberalismo y de su beligencia y, en especial, a los suce­sivos compromisos de la iglesia romana con la democracia y sus instituciones y a la pro­gresiva saturación democrática de la grey católica. Se explica así, finalmente, la ten­dencia de la política reaccionaria a restable­cer en la escuela la enseñanza religiosa y el clasicismo. Tendencia que, precisamente en Italia y en Francia, ha actuado sus propósi­tos en la reforma Gentile y la reforma Bé­rard. Decaídas las raíces históricas de ene-mistad y de su oposición, el Estado laico y la iglesia romana se reconcilian en la cues­tión que antes los separaba más.

El término "escuela laica" designa, en consecuencia, una criatura del Estado demo­liberal-burgués que los hombres nuevos de nuestra América no se proponen, sin duda, ambicionar como máximo ideal para estos pueblos. La idea liberal, como las juventudes ibero-americanas lo proclaman frecuen­temente, ha perdido su virtud original. Ha cumplido su función histórica. No se perci­be en la crisis contemporánea ninguna se­ñal de un posible renacimiento del liberalis­mo. El episodio radical-socialista de Fran­cia es, a este respecto, particularmente ins­tructivo. Herriot ha sido batido, en parte, a causa de su esfuerzo por permanecer fiel a la tradición laicista del radicalismo. Y no obstante que ese esfuerzo fue asaz mesura-do y elástico en sus fines y en sus medios.

IV

El balance de la "escuela laica" no jus­tifica, de otro lado, un entusiasmo excesivo por esta vieja pieza del repertorio burgués. Jorge Sorel, varios años antes de la guerra, había denunciado ya su mediocridad. La mo­ral laica, como Sorel con profundo espíritu filosófico observaba, carece de los elemen­tos espirituales indispensables para crear caracteres heroicos y superiores. Es impo­tente, es inválida para producir valores eter­nos, valores sublimes. No satisface la nece­sidad de absoluto que existe en el fondo de toda inquietud humana. No da una respues­ta a ninguna de las grandes interrogaciones del espíritu. Tiene por objeto la formación de una humanidad laboriosa, mediocre y ovejuna. La educa en el culto de mitos en­debles que naufragan en la gran marea con-temporánea: la Democracia, el Progreso, la Evolución, etc. Adriano Tilgher, agudo crí­tico italiano, nutrido en este tema de filosofía soreliana, hace en uno de sus más sustanciosos ensayos una penetrante revisión de las responsabilidades de la escuela burguesa. "Ahora que la crisis formidable, desencadenada por el conflicto mundial, va po­co a poco revolucionando desde sus funda­mentos el Estado moderno, ha llegado para la escuela del Estado el instante de produ­cir ante la opinión pública los títulos que legitimen su derecho a la existencia. Y se debe reconocer que si ha sido posible el espectáculo de una guerra, en la cual han estado empeñados todos los más grandes pueblos del mundo y que, sin embargo, no ha revelado ninguna de aquellas individua­lidades heroicas, maestras de energía, que las guerras del pasado, insignificantes en pa­rangón, revelaron en número grandísimo, es­to se debe casi exclusivamente a la escuela de Estado y a su espíritu de cuartel, gris, nivelador, asfixiante". Y, examinando la esen­cia misma de la escuela burguesa, agrega: "La escuela del Estado es una de las tres ins­tituciones, destruidas las cuales el Estado moderno, caracterizado por el monopolio económico, el centralismo administrativo y el absolutismo burocrático, queda subverti­do desde sus cimientos. El cuartel y la bu­rocracia son las otras dos. Gracias a ellas, el Estado ha conseguido anular en el indi­viduo la libertad del querer, la espontanei­dad de la iniciativa, la originalidad del mo­vimiento y a reducir la humanidad a una docilísima grey que no sabe pensar ni actuar sino conforme al signo y según la voluntad de sus pastores. Es, sobre todo, en la escue­la donde el Estado moderno posee el más fuerte e irresistible rodillo compresor, con el cual aplana y nivela toda individualidad que se sienta autónoma e independiente".

V

Si se tiene en cuenta que, en materia de relaciones entre el Estado y la Iglesia, los pueblos ibero-americanos, que hereda-ron de España la confesión católica, here­daron también los gérmenes de los proble­mas de los Estados latinos de Europa, se comprende perfectamente cómo y por qué la "educación laica" ha sido, como recuerdo al principio de este artículo, una de las reformas vehementes propugnadas por todos las radicaloides y liberaloides de nuestra América. En los países donde ha llegado a funcionar una democracia de tipo occiden­tal, la reforma ha sido forzosamente actua­da. En los países donde ha subsistido un ré­gimen de caudillaje apoyado en intereses feudales, no ha habido la misma necesidad de adoptarla. Este régimen ha preferido en-tenderse con la Iglesia, buena maestra del principio de autoridad, cuya influencia con­servadora ha sido diestramente usada contra la influencia subversiva del liberalismo. Los embrionarios Estados liberales nacidos de la revolución de la independencia, tardíos en consolidarse y desarrollarse, débiles pa­ra imponer a las masas sus propios mitos, han tenido que combinarlos y aliarlos con un rito religioso.

El tema de la "educación laica" debe ser discutido en Nuestra América a la luz de todos estos antecedentes. La nueva generación ibero-americana no puede contentarse con una chata y gastada fórmula del ideario li­beral. La "escuela laica", —escuela burgue­sa—, no es el ideal de la juventud poseída de un potente afán de renovación. El laicis­mo, como fin, es una pobre cosa. En Rusia, en México, en los pueblos que se transfor­man material y espiritualmente, la virtud renovadora y creadora de la escuela no re­side en su carácter laico sino en su espíritu revolucionario. La revolución da ahí a la es-cuela su mito, su emoción, su misticismo, su religiosidad.

 


NOTA:

1 Publicado en Mundial, Lima, 15 de mayo de 1925. Como nota al final del último artículo de esta "Introducción a un Es­tudio sobre el Problema de la Educación Pública", J.C.M. escribió: "Termina con este articulo —"Los maestros y las nuevas corrientes"— la serie de notas críticas sobre los principios generales de una reforma radical de la enseñan­za en Hispano-América, tema del actual debate acerca de la proyectada reunión de un Congreso de Intelectuales Ibero-Americanos. En la intención de su autor constituye toda esta serie sólo una "Introducción a un Estudio sobre el Problema de la Educación Pública" como se intituló el pri­mer articulo. Véase en los números anteriores de Mundial el articulo de introducción, "La libertad de la Enseñanza", "La Enseñanza y la Economía" y "La Enseñanza única y Enseñanza de clase". En el artículo de recordación de Edwin Elmore", Mercurio Peruano, Lima, Nos. 89-90, noviembre-diciembre de 1925, incluido en Peruanicemos al Perú, Vol. II de esta colección Popular), dedicó esta serie al escritor desaparecido en los siguientes términos: "Por invitación suya escribí en cinco artículos, una "introducción al proble­ma de la educación pública". Elmore trabajaba por conse­guir una contribución sustanciosa de los intelectuales perua­nos al debate o estudio de los temas de nuestra América planteado por la Unión Latino-Americana de Buenos Aires y por Repertorio Americano de Costa Rica. Dichos artícu­los han merecido el honor de ser reproducidos en diversos órganos de la cultura americana. Quiero, por esto, dejar constancia de su origen. Y declarar que los dedico a la me­moria de Elmore" (N. de los E.).