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Inti Peredo

Mi campaña junto al Che

(1970)

 

 

VI.

El nacimiento del ELN

 

En vísperas de la caminata que se inició el 1º de febrero, cuya duración estaba programada para aproximadamente 20 días, ya se podía hablar de un núcleo guerrillero vertebrado, que se dividía en vanguardia, centro y retaguardia. A mediados de diciembre Ché había hecho los primeros nombramientos, que recayeron en Joaquín como segundo jefe militar, y jefe de la retaguardia, Marcos jefe de la vanguardia, Alejandro como jefe de operaciones; Pombo de servicios; Ñato de abastecimientos y armamento y Rolando y yo como comisarios políticos. Además se me encargaron las tareas de finanzas. Moro fue designado jefe de los servicios médicos. De esta manera, al iniciar nuestra larga exploración, la columna ya estaba estructurada, para rendir su primera prueba de fuego. Los objetivos que el Ché había planteado para esta maniobra militar eran los siguientes.

-Dar un fuerte entrenamiento al núcleo guerrillero para que adquiriera experiencia, se endureciera, aprendiera a sobrevivir en las condiciones más difíciles, conociendo lo que es el hambre, la sed, la falta de sueño, las caminatas agotadoras de día y de noche, y al mismo tiempo aprender en el terreno nociones tácticas más profundas.

-Examinar las posibilidades de formación de núcleos campesinos, contactándonos con ellos para explicarles el objetivo de nuestra lucha. Ramón estaba plenamente consciente de que en el primer momento el campesinado tiene más bien una actitud de desconfianza, que en la segunda etapa mantiene una posición de neutralidad, y en la tercera, cuando la guerrilla se desarrolla, está francamente de parte de las fuerzas liberadoras. Por lo tanto debíamos pasar por la experiencia de la primera etapa y tratar de formar bases de apoyo en el campo, aun cuando fueran débiles. Estamos seguros que, de sobrepasar ese período, los campesinos habrían estado de parte nuestra, como indudablemente ocurrirá en el futuro.

-Por último, conocer en detalle el terreno en el cual íbamos a operar. Desde el momento en que el Ché ingresó al monte con otros dos compañeros las perspectivas de combatir eran inmediatas. En ningún instante se planteó la disyuntiva de que nos fueran a apresar mansamente, sin oponer resistencia.

Por eso destinó cuatro compañeros para la defensa del campamento principal, a pesar de que éste no tenía características de "base de operaciones". Ellos fueron Arturo, Ñato, Camba y Antonio. Coco se quedó en la casa de Calamina, esperando a Moisés Guevara y sus hombres. Previniendo la posibilidad de una sorpresa dejó un plan de emergencia, una forma de alarma para advertir si había ocurrido algún ataque, instrucciones para la retirada, un esquema del recorrido que nosotros haríamos, y por último, recomendó que cada uno de los hombres llevara siempre dinero de reserva consigo.

Desde el principio la exploración fue durísima, un adelanto de lo que vendría más tarde. En los primeros días muchos compañeros quedaron prácticamente sin zapatos y la ropa se fue destrozando lentamente. La zona estaba prácticamente deshabitada, a pesar de que en los mapas oficiales estaban marcadas varias casas. El día 10 de febrero establecimos contacto con el primer campesino. Resultó ser Honorato Rojas, un hombre al que Ramón calificó inmediatamente de "potencialmente peligroso". Más tarde Honorato Rojas se convertiría en un delator y principal colaborador del ejército en la emboscada en la que perdieron la vida Joaquín y el grupo de la retaguardia. Yo me presenté a Rojas como "cazador" y el Ché asistió en carácter de "ayudante" mío. Moro, nuestro médico, curó a los hijos del campesino que tenían gusanos en distintas partes del cuerpo. Incluso uno de ellos tenía varios hematomas, producto de una patada que le había dado una yegua. Después de pedirle datos sobre casas por la cercanía, ubicación de otros campesinos, posibilidades de comprar alimentos, etc., nos despedimos, comprometiéndose él a colaborar con nosotros. La idea del Ché era llegar hasta el río Masicurí, para que viéramos a los soldados, decisión sicológica importante, aunque no deberíamos entablar combate con ellos en esos momentos.

Casi al terminar el mes ocurren dos hechos dolorosos: el primero de carácter conflictivo y el segundo, la pérdida de uno de nuestros hombres antes de combatir. Dos compañeros, Marcos y Pacho, tuvieron un incidente de proporciones, motivado no solamente por el carácter de ambos, sino también por las condiciones en que íbamos marchando, con alguna gente enferma, sin comida, en condiciones que durante algunos días fueron infernales. Me tocó conocer el problema, pues en mi carácter de comisario político junto con Rolando debía intervenir en la solución de ellos. Un mes más tarde el Ché conocería de otras actitudes de Marcos y lo amenazó con expulsarlo deshonestamente de la guerrilla. Marcos contestó que antes prefería morir fusilado. Por desgracia el Diario del Ché es sólo la recopilación de apuntes para su uso personal donde consignaba fundamentalmente los errores que debían corregirse. Por eso no colocó algunos hechos que demuestran la firmeza ideológica y el coraje de los compañeros.

Después de estos incidentes en que Marcos fue sustituido de la vanguardia, mantuvo una conducta de absoluta disciplina, y se empeñó por ser el mejor de todos. Incluso se destacaba por cargar, en condiciones cada vez más difíciles, la mochila más pesada, y además de su fusil Garand, una ametralladora 30. Marcos y Pacho murieron combatiendo heroicamente, convirtiéndose en hombres ejemplares y queridos. El otro hecho penoso fue la muerte de Benjamín, un joven boliviano de físico muy débil; sin embargo tenía un carácter fuerte, una posición ideológica muy desarrollada, y una decisión inquebrantable de defender con su vida nuestros ideales. Ché quería mucho a Benjamín, y en los meses que permaneció con nosotros, siempre lo estimuló a seguir adelante. En el Río Grande Benjamín caminaba muy agotado y tenía dificultades con su mochila. Cuando marchábamos por una faralla hizo un movimiento brusco y cayó al río que iba muy crecido, y con fuerte corriente. No tuvo fuerzas para dar unas cuantas brazadas. Corrimos a salvarlo e incluso Rolando se tiró al agua y buceó tratando de rescatarlo. No lo pudimos ubicar. Estos problemas hicieron impacto en nosotros. Fue allí cuando afloró nuevamente el genio del Ché quien nos dio lecciones de solidaridad, disciplina y moral.

En los momentos más angustiosos nos decía:

-Las principales armas de un ejército revolucionario son su moral y disciplina. La moral tiene dos sentidos: uno ético y otro heroico. En nuestros guerrilleros deben reunirse las dos condiciones. Ustedes, por ejemplo, no pueden saquear una población si ésta cae en poder de nosotros, ni maltratar a sus habitantes, ni faltarles el respeto a las mujeres. Esto en lo ético. En el sentido heroico es la decisión que debe tener cada uno de ustedes para vencer, para combatir hasta la muerte en defensa de la revolución. Ésa es la fuerza que nos llevará a realizar las más extraordinarias hazañas. A estas dos condiciones hay que agregar la disciplina, que no es la tradicional, la que ustedes han podido apreciar en los ejércitos represivos. Disciplina para nosotros no es cuadrarse ante un superior jerárquico. Ésta es una actitud extrema, formal, automática. Nuestra disciplina es consciente, motorizada por una ideología. Ustedes saben por qué luchan, por qué aspiran a tomar el poder. Los soldados de los ejércitos represivos son entes fríos, mecánicos, vacíos por dentro. Ésa es la diferencia entre ellos y nosotros. Y esa diferencia radica en que ellos no tienen conciencia de lucha. Nosotros sí la tenemos.

También estimulaba el desarrollo de la solidaridad entre nosotros. En una oportunidad nos dijo:

-Es nuestro deber rescatar a los guerrilleros muertos y darles sepultura. Pero si por esa acción se va a perder otra vida, nadie debe correr ese riesgo. Con nuestros heridos la sensibilidad debe ser mayor. Debemos jugamos por rescatarlos. El esfuerzo por salvarlos debe ser real. La solidaridad entre los combatientes es una muestra acabada de humanismo.

Estas conversaciones se realizaban cada vez que hacíamos un alto en la marcha o cuando nos reuníamos en tomo a una fogata a comer una alimentación pobre de proteínas.

Durante la exploración el Ché se enfermó. Sin embargo nos estimulaba con su ejemplo. Nosotros sabíamos que iba mal, pero él continuaba sin ceder un instante, con una voluntad férrea. Incluso se enojaba cuando tratábamos de atenderlo o aliviarlo o si el cocinero trataba de darle preferencia en la comida, o si veía que se le cambiaban las postas por horarios más cómodos.

Hombre sensible, la muerte de Benjamín también lo golpeó. Por eso habló nuevamente de la necesidad de recibir estos hechos con estoicismo como un riesgo de la guerra.

-No deben desmoralizarse recalcó. Hay ocasiones en que parece que las energías hubieran llegado al límite de nuestras fuerzas. Es entonces cuando ustedes deben apelar con energía a su voluntad y dar un paso más. Después de eso otro y otro, sin detenerse nunca.
Una anécdota de la que fui testigo muestra otra de las ricas facetas de su personalidad. Por desgracia ella tampoco aparece reflejada en su Diario. El 5 de febrero la vanguardia encontró dos animales: una yegua y un potrillo. Como no había casas a muchos kilómetros de distancia, entendíamos que esos animales no tenían dueño. Seguramente algún arriero pasó por aquí con su tropilla y los animales se extraviaron, quedándose en el monte. El hambre que pasamos en el período subsiguiente fue tan grande que muchos hicimos comentarios de que regresando, los mataríamos para comerlos. Ese comentario se convirtió luego en una actitud mental, una especie de obsesión que nos intranquilizaba. Ché había dicho que esos animales los llevaríamos a la finca para emplearlos en labores agrícolas, ya que veía los acontecimientos con perspectivas futuras. Faltando tres días para volver al campamento, hinchados por la carencia de proteínas, de grasas, hambrientos, cansados, el problema de los animales recrudeció. Hubo un instante en que el Ché amenazó a dos compañeros con dejarlos sin comer si volvían a insistir en el tema, sobre todo porque ya estábamos cerca de nuestro destino. Él deseaba que nos forjáramos un carácter tal que nos permitiera vencer todos los obstáculos, especialmente éste que podría presentarse más adelante.

Algunos compañeros salieron a cazar pero sólo mataron unos pocos pajaritos. En estas circunstancias Ché cambió de actitud y ordenó matar al potrillo para que toda nuestra gente repusiera sus energías. ¿Qué significa esto? Simplemente que el Ché era un hombre de buen criterio, que sabía analizar con serenidad todas las circunstancias y resolver con justicia los problemas. No era un hombre obcecado que defendiera porque sí las decisiones. Sabía cambiarlas si a su vez las circunstancias se modificaban. La pérdida de otro hombre

-Carlos-, volvió a entristecemos. Era un combatiente que pertenecía a la retaguardia. De él dice el Ché en su Diario:

"Hasta este momento era considerado el mejor hombre de los bolivianos, en la retaguardia, por su serenidad, seriedad y entusiasmo."

Su muerte fue similar a la de Benjamín. Cruzando el Río Grande en la desembocadura del Ñancahuazú, la balsa fue arrastrada por la fuerte corriente. Un remolino lo sacó con violencia, junto a Braulio, y se perdieron en las aguas turbias del río. Braulio se salvó, Carlos fue arrastrado, al parecer inconsciente. Joaquín, que había salido más adelante con el resto de la gente de la retaguardia, no lo vio pasar.

El Ché conoció esta nueva pérdida luego que Miguel y Tuma, que se habían adelantado para llevar comida a la gente de la retaguardia comandada por Joaquín, regresaron de su misión. Habíamos perdido otro hombre sin entrar en combate. Esta experiencia lamentable también fue aprovechada para sacar conclusiones y estimular a los compañeros a que siguieran adelante sin vacilaciones. En una de sus frecuentes charlas en este período subrayó:

Vencer a la naturaleza, sin desafiarla ciegamente

-A la naturaleza hay que vencerla. El hombre siempre triunfará sobre ella. Pero no hay que desafiarla ciegamente. La valentía debe estimularse siempre que no se convierta en imprudencia. En esta oportunidad el río venía muy crecido, con una corriente violenta. Tal vez se pudo esperar mejores condiciones. En todo caso en el futuro debe tenerse en cuenta esta situación.

El 19 de marzo tuvimos el primer presagio de que algo importante ocurriría al ver una avioneta que sobrevolaba en insistente misión de reconocimiento por la zona. Casi al llegar al campamento Ché se encontró con el Negro (el médico peruano que venía a quedarse con nosotros) y con Benigno, quien se había adelantado para llevarnos comida. Las noticias que nos dieron fueron nutridas. En el campamento principal estaban esperándonos Debray, el Chino, Tania, Bustos y Guevara, con los nuevos combatientes. El ejército había atacado nuestra finca después que dos hombres habían desertado entregando valiosa información, luego de ser apresados en Camiri. Es necesario referirse a los desertores con el objeto de trasmitir nuestra experiencia a otros revolucionarios latinoamericanos: A la guerrilla se ingresa en muchas ocasiones con escasa preparación ideológica, motivados por las hazañas épicas, episodios heroicos o simplemente por intuición político-militar. Se produce entonces un proceso de idealización falsa de la lucha y de la vida guerrillera, fenómeno que se acentúa más entre los estudiantes, universitarios especialmente. Se tiene la equivocada impresión de que el guerrillero está cómodamente instalado en su campamento, durmiendo en una hamaca, comiendo poco. Desde allí planifica una batalla, se enfrenta con el ejército, alza sus muertos y heridos y regresa al campamento a reponer energías. Por eso cuando llegan y se enfrentan con la realidad, sufren un fuerte impacto. Eso no es lo que ellos pensaban, una vida extremadamente dura, el constante "gondoleo" o tareas de constructor, la carga pesada de la mochila que a veces dobla las piernas, el hambre que a veces se clava en el estómago como un cuchillo afilado, las caminatas largas por terrenos difíciles, y la siempre latente posibilidad de encontrar soldados emboscados, influye en la mente de esa gente débil ideológicamente. Por eso es necesario tener un criterio muy selectivo en el reclutamiento de hombres para la guerrillas teniendo siempre en cuenta que ésta es la "vanguardia de la vanguardia".

Tal cosa ocurrió con algunos hombres. La realidad los asustó y desertaron. Un desertor siempre es un delator en potencia. Cuando llegaron a Camiri el ejército los detuvo presumiendo que venían de la finca donde ellos creían que se fabricaba cocaína. Lo demás es conocido como para abundar en detalles: hablaron, dijeron que había un grupo alzado pero no pudieron dar mayores antecedentes, porque nosotros estábamos en exploración y ellos no nos vieron. Sin embargo entregaron algunos indicios de que en Nacahuazú podía estar el Ché, pues habían escuchado algunas infidencias. También sabían que habían hombres de otras nacionalidades.

Ramón conversó con el Chino, que venia a incorporarse con otros tres compañeros peruanos a nuestro grupo guerrillero el día 20 de marzo, el Ché me relató más tarde aspectos sobresalientes de esta charla, y profundizó la idea sobre algunas cuestiones tácticas con relación a la continentalidad de la lucha, y la conducta que debía seguirse en ese momento. El Chino planteó entrenarse con nosotros en forma práctica, participando en algunos combates, para luego alzarse en el Perú. En su Diario Ramón explica escuetamente:
"Hablé preliminarmente con el Chino. Pide cinco mil dólares mensuales durante diez meses y de La Habana le dijeron que discutiera conmigo. .. Le dije que en un principio si, sujeto a que en seis meses se alzara. Piensa hacerlo con 15 hombres y él como jefe en la zona de Ayacucho. Convinimos además, en que le recibiría cinco hombres ahora y quince más con algún lapso y los enviaría con sus armas luego de entrenarlos en combate."

Ché tampoco quería que la Internacionalización de la lucha trascendiera rápidamente los ámbitos bolivianos, y se conociera su presencia allí por razones puramente tácticas. En diversas conversaciones me dijo que si el imperialismo ignora en la primera etapa su presencia, y la composición de la guerrilla, sólo iba a entregar armas y "asesoramiento" al ejército. Sin embargo si conocía en forma inmediata las perspectivas de la lucha entraría con todas sus fuerzas en forma directa como lo ha hecho en Vietnam para aplastar el foco en su embrión.
-Esto ocurrirá tarde o temprano -decía el Ché-, pero mientras más se retrase tanto mejor. Ello nos permitirá foguearnos, adquirir experiencia, endurecer nuestras fuerzas y convertirlas en un núcleo mucho más eficiente.

"Sabemos que finalmente enfrentaremos en forma directa al ejército imperialista, pero de todas maneras es necesario por ahora, tomar ciertas medidas de tipo táctico. Independientemente de esa cuestión, si es necesario enfrentar ahora al ejército imperialista, lo haremos sin vacilaciones. Hasta la víspera de nuestro primer combate guerrillero -la emboscada de Ñancahuazu- nuestra columna no tenía nombre. Existía como un ejército diminuto, pero decidido a dar batalla, en cualquier instante. Es cierto que todavía se observaban algunas debilidades, pero éstas eran producto de su incipiente formación. Sin embargo ya habíamos tenido una prueba de fuego durante la marcha de 47 días que endureció a nuestros hombres y afloró en toda su inmensa realidad las características de la lucha, que tendría dimensiones épicas.

Los lineamientos programáticos de nuestro núcleo se habían estudiado suficientemente durante nuestra marcha de exploración, de manera que todos conocíamos por qué pelearíamos, y cuales eran nuestras perspectivas futuras. Sin embargo el Ché, en una actitud pedagógica característica en él, decidió dictarnos un manifiesto que se distinguía por carecer de todo tipo de signos gramaticales. Cada vez que se refería a nuestra guerrilla dejaba un espacio en blanco, con el objeto de que nosotros la "bautizáramos". Su explicación fue la siguiente:

-Este manifiesto que les he dictado tiene dos objetivos: el primero tiene carácter de cultura general (ustedes deben poner la puntuación y corregir la redacción); el segundo tiene carácter político. Es necesario que lo lean bien, agreguen antecedentes, eliminen lo que crean conveniente, definan qué somos y para qué estamos aquí. Por último coloquen el nombre que tendrá nuestro ejército.

Durante la exploración continuamos con cierta irregularidad nuestros estudios habituales, pero no fue posible examinar debidamente el documento. De regreso encontramos que los acontecimientos se precipitaban aceleradamente: Llegaron los visitantes, entró el ejército a la finca, y luego se produjo la primera emboscada netamente exitosa para nosotros. Fue entonces cuando hubo necesidad de divulgar nuestro primer manifiesto, redactado completamente por el Ché, y que por su valor histórico lo reproducimos íntegramente:

 

Comunicado Nº 1 AL PUEBLO BOLIVIANO

Frente a la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria.

El grupo de gorilas usurpadores, tras asesinar obreros y preparar el terreno para la entrega total de nuestras riquezas al imperialismo norteamericano, se burló del pueblo con una farsa comicial. Cuando llega la hora de la verdad y el pueblo se alza en armas respondiendo a la usurpación armada con la lucha armada, pretende seguir su torneo de mentiras.

En la madrugada del 23/III fuerzas de la IV División, con acantonamiento en Camiri, en número aproximado de 35 hombres al mando del mayor Hernán Plata Ríos se internaron en territorio guerrillero por el cauce del río Ñancahuazu. Si grupo íntegro cayó en una emboscada tendida por nuestras fuerzas. Como resultado de la acción quedaron en nuestro poder 25 armas de todo tipo, incluyendo 3 morteros de 60 mm con su dotación de obuses, abundante parque y equipos. Las bajas enemigas fueron siete muertos, entre ellos un teniente, y catorce prisioneros, cinco de los cuales resultaron heridos en el choque, siendo atendidos por nuestros servicios sanitarios, con la mayor eficiencia que permiten nuestros medios. Todos los prisioneros fueron puestos en libertad previa explicación de los ideales de nuestro movimiento.

La lista de bajas enemigas es la siguiente:

Muertos: Pedro Romero, Rubén Amézaga, Juan Alvarado, Cecilio Márquez, Amador Almasán, Santiago Gallardo, y el delator y guía del ejército apellidado Vargas.

Prisioneros: Mayor Hernán Plata Ríos, Cap. Eugenio Silva, soldados Edgar Torrico Panoso, Lido Machicado Toledo, Gabriel Durán Escobar, Armando Martínez Sánchez, Felipe Bravo Siles, Juan Ramón Martínez, Leoncio Espinoza Posada, Miguel Rivero, Eleuterio Sánchez, Adalberto Martínez, Eduardo Rivera y Guido Terceros. Los cinco últimamente nombrados resultaron heridos.

Al hacer pública la primera acción de guerra establecemos lo que será norma de nuestro ejército: La verdad revolucionaria. Nuestros hechos demostraron la justeza de nuestras palabras. Lamentamos la sangre inocente derramada por los soldados caídos, pero con morteros y ametralladoras no se hacen pacíficos viaductos, como afirman los fantoches de uniformes galonados, pretendiendo crearnos la leyenda de vulgares asesinos. Tampoco hubo ni habrá un solo campesino que pueda quejarse de nuestro trato y de la forma de obtener abastecimientos salvo los que, traicionando a su clase, se presten a servir de guías o delatores.

Están abiertas las hostilidades. En comunicados futuros fijaremos nítidamente nuestra posición revolucionaria; hoy hacemos un llamado a obreros, campesinos, intelectuales, a todos los que sientan que ha llegado la hora de responder a la violencia con la violencia y de rescatar un país vendido en tajadas a los monopolios yanquis y elevar el nivel de vida de nuestro pueblo.    EJERCITO DE LIBERACION DE BOLIVIA

 

De acuerdo con los planteamientos tácticos formulados desde un principio por el Ché el documento estaba dirigido "al pueblo boliviano", denunciaba que el país estaba "vendido en tajadas a los monopolios yanquis" y entregaba una relación estrictamente verdadera de lo ocurrido. Estaba fechado el 23 de marzo de 1967 y lo firmaba el "Ejército de Liberación Nacional de Bolivia". Más tarde otros comunicados se abreviaron firmando simplemente "E.L.N.".

Los acontecimientos guerrilleros que conmovieron a la opinión pública durante los ocho meses siguientes popularizaron el nombre de "E.L.N.", su denominación actual.

En los documentos falta nuestra consigna de ¡VICTORIA O MUERTE! creada también por el Ché. Ella no es una simple frase. Tiene una motivación muy importante que fue desarrollada de esta manera por Ramón:

El pueblo tiene una sola alternativa: la victoria. Nuestros enemigos también tienen una sola alternativa: la muerte. Podemos ser vencidos, o nuestra lucha puede sufrir tropiezos, pero independientemente de esas dificultades transitorias, el pueblo vencerá. Ésta es una verdad indiscutible. La alternativa de victoria o muerte -ambas- son para nosotros, los guerrilleros. Podemos llegar a ver el triunfo final, o podemos caer en el camino, Pero si morimos la lucha seguirá adelante sin detenerse.