"Lo fundamental era estar al lado del pueblo, impulsarlo a la lucha. No había que olvidar que nosotros, los comunistas, éramos los organizadores, sólamente el armazón. He aquí lo que no se podía olvidar un sólo instante. Y entonces ninguna fuerza enemiga sería capaz de quebrantarnos" Alexéi Fiódorov

DEL AUTOR

Pasan los años y ya han pasado treinta desde que dejé de ser guerrillero y estar en la clandestinidad. No hace mucho tuve que viajar por razones de trabajo a mi patria chica, a Dniepropetrovsk. Al pasar por la avenida de Carlos Marx miré de pasada mi busto de bronce: monumento en vida erigido aquí a instancia del Soviet Supremo de la URSS.

Me refiero a esto tan sólo porque lo vi por primera vez y me di cuenta de que sobre la base de granito se alzaba el busto de un hombre joven. Parecía como si un padre contemplara a su hijo... Meneé la cabeza pensativo y me apresuré a abandonar el lugar. Me esperaba el ajetreo de la vida, el trabajo, un nuevo día con su pequeño caudal de nueva experiencia. ¿Se puede envidiar la perennidad del bronce? ¿Quisiera ser ahora tal como fui hace veinticinco años cuando me hicieron el busto? ¡De ningún modo! Durante todos los años de posguerra viví y actué entregado con pasión a mi trabajo. Primero estuvimos restaurando lo destruido por la guerra... No fue exactamente eso, no era una simple restauración ni en las ciudades, ni en los campos, ni en tierra, ni en mar, ni en el aire. Tan sólo se tenía que resucitar los monumentos de lá antigüedad: los palacios, las iglesias, los conjuntos arquitectónicos, obras de valor histórico, y devolverles el aspecto originario. En todo lo restante hicimos las cosas de otro modo, tal como lo exigía el tiempo y nuestros nuevos conocimientos, las nuevas aspiraciones y anhelos.

Y hay que decir, también cambió nuestra actitud hacia el pasado. Lo nuevo, al penetrar en la espesura de los lejanos acontecimientos, descubre detalles que hasta entonces no se sabe por qué pasaban desapercibidos, se desconocían, o se entendían mal. Había que cambiar algunos enfoques: alegrarse de los descubrimientos o lamentarse al descubrir los errores.

¿Y por qué lamentarse? Los errores se pueden y se deben corregir. Mientras vivas, aunque envejezcas, te desarrollas y por lo mismo creces.

Ya hace un cuarto de siglo que di por acabadas mis memorias transcritas en el libro El Comité Regional clandestino actúa. Hablaba de unos acontecimientos que se habían producido hacía poco, seguía una huella fresca, me apresuraba a compartir con el lector mis experiencias, a esbozar los retratos de mis compañeros de armas, de los vivos y de los muertos heroicamente.

Todas las ediciones anteriores salieron sin alteraciones, en su primera redacción. Pero un libro no es un busto de bronce, sino un organismo vivo, y hay que aprovechar cualquier posibilidad para que sea más perfecto. Así que mi coautor y yo hemos decidido ampliar y completar la obra, precisar muchos hechos, fechas y episodios; nos hemos extendido sobre acontecimientos y personas a los cuales antes no habíamos prestado la suficiente atención. Pues en este cuarto de siglo transcurrido hemos recibido miles de cartas. Tanto de los guerrilleros como de los que trabajaban en la clandestinidad, así como también de los lectores, soviéticos y extranjeros. En la nueva edición hemos introducido las necesarias correcciones y dado respuesta a las preguntas y observaciones críticas que nos han hecho.

Por cierto, quisiera responder aquí, en esta introducción, a una pregunta que repetidamente me han hecho las más diversas personas: qué es la "transcripción literaria". Los dos coautores —Evgueni Grigórievich Bosniatski, cuyo nombre se puede leer en la primera página de todas las ediciones, y yo— hemos trabajado conjuntamente en el libro. Yo explicaba y el escribía.

No sé cómo trabajan otros, pero en nuestro caso, Bosniatski y yo discutíamos cada capítulo, meditábamos sobre cada rasgo de nuestros personajes. En todo lo que se refiere a los hechos históricos, en todo lo que he visto y he guardado en mi memoria, el único responsable soy yo. Mi coautor no ha puesto nada de su puchero.

Esto también hace referencia a la composición del libro y a la selección del material. El largo trabajo conjunto nos ha acercado y se ha convertido en amistad. Y aunque yo no me he hecho escritor, ni Bosniatski guerrillero y sólo con su imaginación ha recreado por boca mía y de mis compañeros de armas los cuadros de la vida y de la lucha en territorio ocupado por el enemigo, nuestra experiencia se ha hecho común a ambos y ha configurado el estilo de la narración a ambos y ha configurado el estilo de la narración.


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