Jawaharlal Nehru

 

El Marxismo, el Capitalismo y el Futuro de la India

 

 


Pronunciado: En 1941.
Fuente del Texto: Toward Freedom: The Autobiography of Jawaharlal Nehru (New York: John Day Co., 1941), pp. 228-231.
Traducción al Castellano: Luis César Bou, para Observatorio de Conflictos.
Versión Dígital: Observatorio de Conflictos.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 9 de julio de 2007.
Derechos: Copyleft (Licencia Creative Commons: Atribución-NoComercial-SinDerivadas 2.5 Argentina) por Observatorio de Conflictos.


 

 

 

Cuando nuestra lucha amainaba y se establecía en un nivel bajo, había poco estímulo en ella, excepto a largos intervalos. Mis pensamientos se dirigían más hacia otros países, y yo observaba y estudiaba, tanto como podía hacerlo en la cárcel, la situación mundial en la coyuntura de la gran depresión. Leía tantos libros como podía encontrar sobre la materia, y cuanto más leía más me fascinaba. La India con sus problemas y luchas era sólo una parte de este enorme drama mundial, de la gran lucha de las fuerzas políticas y económicas que se estaba desarrollando en todas partes, nacional e internacionalmente. En esa lucha mis propias simpatías fueron en forma creciente para el lado comunista.

Yo había sido atraído en gran medida hacia el socialismo y el comunismo, y Rusia me había conmovido. Mucho de lo que ocurría en Rusia me disgustaba --la brutal supresión de toda opinión contraria, la regimentación omnipresente, la violencia innecesaria (según creía) para llevar adelante muchas políticas. Pero no faltaba violencia y supresión en el mundo capitalista, y yo comprendía más y más que la propia base y fundamento de nuestra sociedad y propiedad adquisitiva era la violencia. Sin violencia no podría continuar por muchos días. Una medida de libertad política significaba poco cuando el miedo a la inanición estaba siempre empujando a la gran mayoría de pueblo en todas parte a someterse a la voluntad de la minoría, para la mayor gloria y ventaja de esta última.

La violencia era común en ambas partes, pero la violencia del orden capitalista me parecía inherente a éste, en tanto la violencia en Rusia, estaba a pesar de todo dirigida hacia un nuevo orden basado en la paz y la cooperación y en una verdadera libertad para las masas. Con todos sus desatinos, la Rusia soviética había triunfado sobre dificultades enormes y avanzado a grandes pasos hacia su nuevo orden. Mientras el resto del mundo estaba atrapado en la depresión y yendo hacia atrás en muchas maneras, en el país soviético estaba siendo edificado un gran mundo nuevo ante nuestros ojos. Rusia, siguiendo al gran Lenin, miraba hacia el futuro y pensaba solamente sobre lo que habría de ser, mientras otros países yacían adormecidos bajo la mano muerta del pasado y gastaban su energía en preservar reliquias inútiles de una época pasada. En particular, estaba impresionado por los relatos del gran progreso hecho por las regiones atrasadas de Asia Central bajo el régimen soviético. En resumen, por lo tanto, estaba totalmente a favor de Rusia, y la presencia y ejemplo de los soviets era un fenómeno brillante y alentador en un mundo oscuro y triste.

Pero el éxito o fracaso de la Rusia soviética, ampliamente importante como era en tanto que experimento práctico en el establecimiento de un estado comunista, no afectaba a la salud de la teoría comunista. Los bolcheviques pueden equivocarse o incluso fracasar por razones nacionales o internacionales, y aún la teoría comunista sería correcta. Sobre la base de esa misma teoría era absurdo copiar ciegamente lo que había tenido lugar en Rusia, porque su aplicación depende de las condiciones particulares prevalecientes en el país en cuestión y de la etapa de su desarrollo histórico. Además, India, o cualquier otro país, se beneficiaría tanto de los triunfos como incluso de los errores de los bolcheviques. Quizá los bolcheviques habían tratado de ir demasiado rápido porque, rodeados como estaban por un mundo de enemigos, temían la agresión externa. Un ritmo más lento podría evitar muchas de las miserias causadas en las áreas rurales. Pero entonces la cuestión era si se obtendrían resultados realmente radicales disminuyendo la velocidad del cambio. El reformismo era una solución imposible para cualquier problema vital en un momento crítico en que la estructura básica tenía que ser cambiada, y como fuera de lento el progreso más tarde, el paso inicial debía ser una ruptura completa con el orden existente, que ya había cumplido sus propósitos y era ahora solamente un lastre para el progreso futuro.

En la India, solamente un plan revolucionario resolvería las dos cuestiones asociadas de la tierra y la industria así como casi todos los problemas principales del país...

Dejando de lado a Rusia, la teoría y filosofía del marxismo iluminó muchos rincones oscuros de mi mente. La historia vino a tener para mí un significado nuevo. La interpretación marxista llevó un haz de luz hacia ella, y se convirtió en un drama revelado con algún orden y propósito, aunque inconsciente, tras él. A pesar del derroche y la miseria apabullantes del pasado y del presente, el futuro era brillante de esperanza, aunque hubiera muchos peligros. Eran la libertad esencial de dogmas y la visión científica del marxismo lo que me atraían. Era cierto que había una profusión de dogmas en el comunismo oficial de Rusia y en todas partes, y que eran organizadas frecuentemente cacerías de herejes. Eso me parecía deplorable, a pesar de que no era difícil entenderlos en vista de los cambios tremendos que rápidamente tenían lugar en los países soviéticos donde una oposición efectiva hubiera resultado en un fracaso catastrófico.

La gran crisis y hundimiento mundial parecían justificar los análisis marxistas. Mientras todos los otros sistemas y teorías estaban tanteando casi en la oscuridad, solo el marxismo los explicaba más o menos satisfactoriamente y ofrecía una solución real.

Así como esta convicción crecía en mí, me llenaba con una nueva excitación, y mi depresión ante la falta de éxito de la desobediencia civil crecía mucho menos. ¿No estaba el mundo marchando rápidamente hacia la perfección deseada? Habría graves peligros de guerras y catástrofes, pero de cualquier manera nos estábamos moviendo. No había estancamiento. Nuestra lucha nacional se convertía en una etapa en la larga jornada, y tanto la represión como el sufrimiento estaban templando a nuestro pueblo para luchas futuras y forzándolo a considerar las nuevas ideas que estaban moviendo al mundo. Seríamos más fuertes y más disciplinados y endurecidos por la eliminación de los elementos más débiles. El tiempo estaba a nuestro favor.