Cecilia Toledo

 

La importancia del trabajo revolucionario entre las mujeres

 


Escrito: Febrero de 2006.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, 8 de marzo de 2008, Día Internacional de la Mujer.
Fuente del texto: Marxismo en Red (http://www.marxismo.org).  Descargado el 2 de marzo de 2008.


 

 

En todos los grandes movimientos revolucionarios de la historia, las mujeres siempre tuvieron una participación importante. La gran revolución rusa de octubre de 1917 comenzó con una huelga de las operarias textiles de Petrogrado. Una de las mayores jornadas internacionalistas que los trabajadores ya realizaban fue la lucha por el derecho de voto, que movilizó mujeres de varias partes del mundo, haciendo marchas, discursos en los actos públicos y sufriendo el peso de la represión. Las numerosas luchas por los derechos humanos que ocurrieron en todo el mundo, en diferentes épocas, siempre tuvieron a las mujeres en su primera columna.

Toda esta historia gloriosa, repleta de actos de coraje y determinación política, hoy prosigue en muchos países, pero la dirección política del movimiento está en las manos de la llamada Marcha Mundial de Mujeres, un aglomerado de ONGs y organizaciones reformistas, burguesas y socialdemócratas, que actúan básicamente bajo la bendición de la ONU. Una dirección que está asociada a los gobiernos de frente popular y que vota todas sus políticas contra los trabajadores. Con la recolonización de nuestros países por el imperialismo, cada vez más las mujeres sólo tienen como alternativa el trabajo precario, sin ningún derecho laboral, o en las maquilas, donde hay trabajo esclavo y las mujeres están muriendo. Las reformas de los gobiernos frentepopulistas, como Lula, eliminaron derechos históricos de las mujeres, como a licencia por maternidad y las guarderías en los lugares de trabajo.

La lucha por la legalización del aborto, para evitar que millares de mujeres mueran o queden con secuelas graves, es urgente, así como la lucha contra la violencia doméstica y la transformación de la mujer en objeto sexual, en esclava del hogar, en responsable por el trabajo doméstico, que la embrutece y la aparta de la producción social. Las mujeres hoy están más ilusionadas que nunca, pensando que los gobiernos socialdemócratas, al estilo del PT en Brasil, van a resolver sus problemas con las políticas asistencialistas. Es preciso alertar a las mujeres pobres y trabajadoras, de la ciudad y del campo, que el capitalismo, en ningún lugar del mundo, no tiene nada que ofrecerles. Recuperar el marxismo en la lucha de las mujeres en todo o mundo, recuperar la visión de clase de su opresión y explotación y, sobre todo, explicar pacientemente a las mujeres trabajadoras y pobres, de la ciudad y el campo, que sólo la revolución socialista podrá apuntar el camino para su emancipación, es necesario y urgente para intentar recuperar la militancia femenina, para replantear, en los marcos de la revolución socialista, todo el potencial revolucionario de la lucha por la liberación de las mujeres, la mitad más oprimida y explotada de la clase trabajadora mundial.

Como apuntó Lenin, sin la participación efectiva de las mujeres será imposible hacer la revolución socialista. Conscientes de esto, las direcciones reformistas y burguesas hacen todo lo posible para apartar a las mujeres trabajadoras y pobres de la lucha contra el capitalismo. Se esfuerzan al máximo para sacar el carácter político, el carácter de clase de la lucha de las mujeres, resaltando que es una «cuestión de género», que puede ser resuelta en el capitalismo. Al no apuntar como su enemigo principal al imperialismo y al capitalismo, la dirección mundial de las mujeres hoy trabaja conscientemente para substraer y debilitar las fuerzas revolucionarias. La visión de que la cuestión de la mujer es un «problema de género» es nefasta, porque lleva a las mujeres a una política reformista, policlasista y a confiar en el capitalismo.

Hoy, infelizmente, sólo los marxistas revolucionarios les decimos con claridad a las mujeres que su opresión está íntimamente ligada a la explotación capitalista, y que sólo la lucha contra la recolonización de nuestros países, la explotación de nuestras riquezas y de nuestra mano de obra podrá resolver su situación. Somos los únicos que mostramos claramente que la miseria, la degradación humana, la barbarie en que viven millones de mujeres en el mundo es la fuente mayor de su opresión, y que las mujeres trabajadoras tienen que luchar de forma independiente de las mujeres burguesas, tienen de llevar sus luchas al seno de la clase trabajadora por el socialismo.

Lo que más viene movilizando a las mujeres es la lucha contra los efectos del ALCA y los TLCs, y de la recolonización, que se traducen en desempleo, precarización, pérdida de derechos históricos. El desempleo masculino, la superexplotación de los hombres también es fuente de opresión para las mujeres. Eso las coloca al lado de los hombres de la clase trabajadora en la lucha contra el capitalismo y los planos de colonización del imperialismo.

Las experiencias del trabajo en el ámbito internacional muestran que existe un gran espacio para la agitación y la propaganda revolucionarias entre las mujeres. Muestran también que ellas demoran más para entrar en la lucha, por causa de la opresión, pero son sensibles a los ataques del capital y a los efectos de la barbarie, y cuando deciden luchar son aguerridas y decididas.
A partir de los años 80 hubo un aumento significativo de la participación de las mujeres en los sindicatos, en las huelgas. Este movimiento dejó claro la importancia de la creación de secretarías de la mujer en los sindicatos, como forma de aglutinar a las compañeras, hacer despuntar una vanguardia y formarse políticamente. Las secretarías también cumplen un papel fundamental en la sistematización del programa de reivindicaciones específicas de las mujeres para ser integrado al programa general de la clase trabajadora.

Obviamente, este proceso no se da de forma igual en todos los sindicatos y tampoco es un proceso tranquilo. Por el contrario, en general, choca contra el machismo que envenena a la clase trabajadora y que debe ser combatido sin tregua.

La intervención de la LIT en el sentido de incentivar la discusión y la militancia sobre la problemática de la opresión de la mujer tiene también el propósito de combatir las desviaciones machistas que puedan existir en nuestras filas. Hacemos nuestras las palabras de Lenin: «no se pode llamar revolucionario un militante que tenga preconceptos y actitudes machistas».