OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

POEMAS A MARIATEGUI

      

     

GUSTAVO VALCARCEL

(peruano)(1921)

Poeta, novelista y periodista arequipeño. Premio Nacional de Poesía 1948.

Obra: Confín del tiempo y de la rosa (Lima, 1949: La Prisión (México, 1952); Poe­mas del destierro (México, 1955); Cautos del amor terrestre (México, 1956); y 5 Poemas sin fin (Lima. 1959).

A JOSE CARLOS MARIATEGUI

por Gustavo Valcárcel

UN DIA que ya llega

desde la espalda de los Andes

desde la piedra, desde el surco, desde la misma nieve,

ascenderá por el fallo una sonrisa

y se hará flor en los labios de millones de indios.

Esa será tu bandera, José Carlos Mariátegui.

Tú mejor que nadie sabes lo que significa

que un indio del Perú llegue a sonreír

después de un tiempo sin tiempo de dolor encima

después de una vida sin vida de terror encima

después de una muerte sin muerte de injusticia encima.

Tú que vives en el porvenir

sabes también que nacerá ese día

y que serán inseparables tu nombre y aquel amanecer.

Apenas veinticinco años hace que empezó tu eternidad

y la mitad del girasol humano

ya alcanzó la luz en el planeta.

En este cuarto de siglo además

todos tus enemigos se demolieron solos

y tú creciste y creces, día a día,

semilla que fecundas el porvenir peruano.

Padre y maestro lógico, científico, terrestre,

en este aniversario la vida se detiene

para besar tu muerte un solo instante

y proseguir su cauce dialéctico, inmortal.

Mas, padre,

el luto que pasó ya es conciencia madura

y la palidez de aquel abril de tu partida

vuélvese víspera roja en medio mundo.

Con ella tornarás rodeado de trabajadores

a instalarte en las fábricas y en las factorías

vivirás nuevamente, tu corazón vibrante,

en el latido de las máquinas y en el pulso de la mano obrera.

Volverás en el agua que besará el desierto

volverás en el regazo de las comunidades indias

volverás en el petróleo y en el átomo, en el carbón y el hierro,

en la electricidad popular llena de luces

en el maíz que fecundan los siglos de las razas enterradas.

Pero antes que nada volverás

sobre los hombros gloriosos del Partido Comunista.

Padre, también yo debo hablar reclinado sobre tu hombro

para decirte del dolor inmenso

que se extiende en nuestra patria.

Los muertos han crecido

aumentaron los presos

los perseguidos llenaron la nación

multiplicáronse los desterrados

y la explotación llegó al cenit

Vinieron en tu ausencia más caporales rubios

y saquearon las entrañas maternas y sagradas

los sindicatos fueron en sangre deshojados

violados los cuerpos de las universidades

arrastrados proletarios y estudiantes

al Santo Oficio de las Cortes Marciales.

Todo entre ruidos de sables y cadenas

y en tanto que un siniestro antropoide gobernaba.

Pero el Perú resiste con su vanguardia obrera

comprenderás entonces, escritor del pueblo,

por qué ya no puedo decir abstractamente

"si pájaro de amor, de amor moría"

cuando millares de compañeros han muerto de verdad

con el rostro hecho un coágulo concreto.

Ha concluido esa forma hermafrodita de escribir

las palabras son balas y versos los testículos

piedras las lágrimas y fortaleza el odio

puño la metáfora y miliciano el poeta.

No puede hablarse de otro modo desde el fondo del abismo.

Hora a hora, todos nos vamos acercando a ti

tú que vives en el porvenir

acércate un poco hacia nosotros

ya somos muchos, pero seremos más,

y cambiaremos al Perú desde la lágrima

y cambiaremos al Perú desde la piedra.

Entonces volverás en el rocío de la vida

en la risa marina de los negros

en el campo repartido entre los indios

en la dicha nacional de las mujeres.

Volverás de nuevo

en la tierra para el campesino

en la fábrica al trabajador

en la salud y el agua para todos

y en el alfabeto viviente de los libros.

Volverás con tu cuerpo completo, con tu espíritu intacto,

sobre los hombros gloriosos del Partido

y vivirás para siempre entre nosotros

padre y camarada

en la música eterna del Perú.

México, D. F., 1955