O. Piatnitsky

MEMORIAS DE UN BOLCHEVIQUE
(1896-1917)

 

 

VIII.

El desacuerdo ideológico y la desorganización en las filas del partido obrero socialdemócrata de Rusia

(1908-1911)

 

Antes de la revolución de 1905, las divergencias entre mencheviques y bolcheviques sobre las cuestiones tácticas principales eran profundas. Los sucesos de octubre, el impulso y el ataque revolucionario de 1905 zanjaron algunas divergencias, como la cuestión de saber si los socialdemócratas debían participar en las elecciones de la Duma Bouligin, o si era necesario boicotear las elecciones, como pedían los bolcheviques. La Duma consultiva Bouligin fué barrida; una nueva ley relativa a la convocatoria de la Duma del Imperio se promulgó. Pero los principales puntos de desacuerdo entre mencheviques y bolcheviques continuaron. Ni el cuarto Congreso de Estocolmo ni el quinto Congreso del partido en Londres pudieron hacerlo desaparecer. Estos desacuerdos afectaban al carácter de la revolución rusa y al papel que el proletariado debía asumir, lo mismo que la cuestión que se deducía de la actitud de los socialdemócratas, vanguardia del proletariado, respecto a la burguesía liberal. He mencionado ya que en las elecciones de la segunda Duma los bolcheviques en Petersburgo y Moscú fueron con todos los partidos revolucionarios de entonces (los socialistas revolucionarios, los socialistas populistas y la liga campesina), mientras que los mencheviques y Plejánov invitaban a los electores socialdemócratas a votar por los cadetes.

Después del aplastamiento de la segundo Duma, cuando el régimen stolypiniano se consolidó, los desacuerdos se acentuaron. Afectaron esta vez a la existencia misma de nuestro partido. Plejánov declaraba ruidosamente que no era necesario tomar las armas (había visto la insurrección de diciembre de 1905 en Moscú y en las otras ciudades de Rusia); los mencheviques nos acusaban en la Prensa de haber asustado a los cadetes presentando reivindicaciones como las jornadas de ocho horas, etc. Resultaba que la revolución de 1905 se había perdido por culpa de los bolcheviques. El peso de las acusaciones que los bolcheviques recibían de los mencheviques había aumentado por el hecho de que, según éstos, no había en el horizonte esperanzas ni indicios de una nueva recrudescencia revolucionaria; el régimen stolypíniano estaba asentado por largo tiempo. Partiendo de este razonamiento, los mencheviques proponían adaptarse al régimen stolypiniano. Dicho de otra manera: el partido obrero socialdemócrata de Rusia debía obrar y militar legalmente en el cuadro de las leyes zaristas, y con este objeto arrojar por la borda el programa y la táctica del partido; es decir, liquidar éste en tanto fuese partido socialdemócrata revolucionario. Los bolcheviques tenían otra manera de ver las cosas. Declaraban que los problemas fundamentales que habían provocado la revolución de 1905 no se habían resuelto. La clase obrera no había recibido satisfacción: no había obtenido el derecho de asociación y de coalición, ni la libertad de palabra y de reunión; la jornada de trabajo era la misma que antes de la revolución; los seguros sociales eran inexistentes; los salarios eran todavía más bajos que antes de la revolución. El campesino tampoco había obtenido nada; la tierra continuaba perteneciendo a los propietarios rurales; los impuestos no habían disminuido, el campesino estaba tan esclavizado como antes de la revolución. Por lo tanto, la revolución no estaba muerta y los antagonismos subsistían. La revolución de 1905 -decían los bolcheviques- ha sufrido una derrota momentánea, pero ella volverá con más fuerza. Basándose en esta perspectiva revolucionaria, los bolcheviques insistían no sólo en mantener las organizaciones socialdemócratas ilegales del partido, sino en continuar el programa y la táctica revolucionaria socialdemócrata.

Hoy todos los obreros de Rusia saben que los bolcheviques tenían razón, y que su paciente trabajo en el dominio ideológico y en la práctica no ha sido perdido. Pero fueron necesarios más de diez años de esfuerzos y de sacrificios considerables para defender el partido contra esos pretendidos amigos de la derecha (los liquidadores) y de la izquierda (los otsovistas).

En el momento de mi llegada al extranjero en 1908, las dos principales corrientes del partido -los mencheviques liquidadores y los bolcheviques- tenía cada uno su órgano en el extranjero y formaban ya dos fracciones determinadas (los mencheviques hacían aparecer el Goloss socialdemokrata (la "Voz del socialdemócrata”) y los bolcheviques del Prolétari (el “Proletario”). Las dos fracciones estaban en contacto estrecho con las organizaciones rusas. Además, un órgano popular fuera de fracción, la Pravda, se publicaba en Viena. Alrededor de este periódico se agrupaban los camaradas del extranjero y de Rusia que no querían adherirse a los bolcheviques ni a los mencheviques. En realidad, este grupo estaba más cerca de los liquidadores que de los bolcheviques. La prueba está en que después de la conferencia panrusa de Praga (enero de 1912) convocada por los bolcheviques, este grupo se afilió al “bloque de agosto”, que fué prácticamente dirigido contra los bolcheviques (el “bloque de agosto” comprendía, además del grupo de la Pravda, de Viena, los liquidadores, los partidarios del Vperiod, el Comité regional del Cáucaso, los letones y el Bund). El grupo de la Pravda, de Viena, se componía de los camaradas Trotsky, Ouritski, Siernkovski y otros. En cuanto al grupo de Vpériod, entonces empezaba a formarse. Se componía, después de la Conferencia ampliada de la redacción del Prolétari en 1909, de camaradas de concepciones diferentes: los unos, como Alexinski, eran opuestos a la participación de los socialdemócratas en la Duma; los otros estaban descontentos de que se hubiese eliminado de las filas bolcheviques a los “otsovistas”, como se llamaba entonces a los camaradas partidarios de la retirada de la fracción socialdemócrata de la Duma. Al grupo de Vpériod se adherían igualmente los adeptos (Bogdánov-Riadovoi y otros), de la filosofía de Mach , filosofía incompatible con la doctrina de

Marx, y los deístas (Lunatcharski y otros), de quienes los bolcheviques se separaron. Este grupo no 'tenía influencia en la masa obrera de Rusia. Utilizaba sobre todo los antiguos enlaces bolcheviques con las organizaciones de Rusia, pero tan pronto se enteraron los camaradas del partido que los periodistas y los bolcheviques no eran lo mismo, se pasaron en seguida a los bolcheviques. (Los vperiodístas organizaron una escuela de partido en la isla de Capri. Hicieron venir de Rusia obreros miembros del partido. Terminados los cursos, casi todos los alumnos se volvieron a reunir con los bolcheviques.) El grupo de Vpériod comprendía: Alexinski, los camaradas Líadov, Bogdánov, Lunatcharski y otros. Prácticamente, este grupo, aunque él se considerase más a la izquierda que los bolcheviques, formó un bloque con los liquidadores y participó con ellos en el “bloque de agosto” y en la Conferencia que éstos convocaron al mismo tiempo.

En los años siguientes (de 1910 a 1914, hasta la declaración de la guerra), en la fracción rusa del partido obrero socialdemócrata de Rusia, dos grupos se constituyeron en el extranjero: los mencheviques pattiitsi o los plejanovistas, teniendo a la cabeza a Plejánov, y a los bolcheviques partiitsi. Plejánov y los plejanovistas, aun siendo mencheviques, eran opuestos a la liquidación del partido ilegal y a la adaptación al régimen stolypiniano, y partidarios de la unión de todos los elementos del partido contra el liquidacionismo. Los bolcheviques partiiisi declaraban continuar siendo bolcheviques, pero no podían aceptar la táctica de intransigencia casi escisionista de Lenin y los leninistas. Este grupo comprendía a los camaradas Leva, Marc, Liuvimov, Losovski y otros. Los bolcheviques partiitsi no tenían influencia alguna sobre las organizaciones del partido en Rusia. En la Conferencia de enero de 1911, ni uno solo hubo de sus militantes. En 1912-1914, los dos grupos mencionados se fusionaron y publicaron juntos en el extranjero Za Partiu (“Por el Partido”) y otro en Rusia, Edinstvo (“La Unidad”) .

El desorden no era menor en los “nacionales”, que se adhirieron formalmente después del Congreso de Estocolmo al partido obrero socialdemócrata de Rusia. Entre los letones, dos corrientes fundamentales se combatían: la corriente bolchevique y la corriente menchevique. Tan pronto dominaba la una como la otra. En el Bund, la corriente menchevique liquidadora predominaba, pero allí también había una minoría que defendía los principios bolcheviques. En cuanto a los socialdemócratas de Polonia y Lituania, si bien estaban próximos de los bolcheviques, no sostenían la política de organización de éstos . Entre ellos también había una oposición, los rozioumovtsi, que tenía al frente a Radek, Hanecki, Ounchliht, etc.

Me he extendido sobre todo lo anterior para que se tenga una idea clara de lo que pasaba entonces en las filas del partido. Diez años han sido necesarios para demostrar y hacer admitir lo que para el partido fué la misma evidencia. Diez años durante los cuales los bolcheviques, teniendo a Lenin a la cabeza, defendieron la pureza de los principios revolucionarios marxistas, mantuvieron y crearon organizaciones ilegales rigurosamente disciplinadas y una élite de adeptos hechos en la acción revolucionaria.

A mediados de 1909, Marx me llamó a París. Vinieron de Rusia Davidov-Golouvkov, secretario del Colegio del Comité Central de Rusia; Miéchkovski-Goldenberg, miembro del Comité Central; Mitchel Tomski, Donatte Chouliatikov (de Moscú) y otros camaradas; me había precedido Lenin, Nadejda Constantinovna, Zinóviev, Kámenev; Marx e Innokenki residían entonces en París. Al día siguiente de mi llegada tuvo lugar en casa de Lenin una conferencia no oficial de la redacción ampliada del Prolétari, a la que asistieron los camaradas mencionados. De hecho era una reunión del Centro bolchevique con los delegados de Petersburgo y Moscú y algunos otros camaradas, como yo, especialmente invitados. Me parece que esta conferencia duró dos días. Se discutieron las cuestiones ligadas a la acción ulterior que se debía desarrollar en Rusia y la actitud a observar respecto a los otsovistas, ultimatistas e ideístas que se encontraban en las filas bolcheviques. La conferencia se pronunció por unanimidad contra todas las corrientes de desviación del marxismo y del bolchevismo. Cuando todas las resoluciones fueron previamente discutidas y adaptadas, se abrió la Conferencia oficial a la que asistieron, además de los camaradas indicados, Bogdánov, Marat (Chantser) y alguno más que yo no recuerdo . (Yo no asistía a la Conferencia oficial de la redacción ampliada del Prolétari.) Las resoluciones de la redacción ampliada del Prolétari trazaron, de una manera neta y precisa, la línea de conducta de los bolcheviques en lo que concierne a la táctica y a la organización del partido, línea de conducta que éstos siguieron hasta la Conferencia de 1912, donde muchas de estas resoluciones fueron confirmadas. En esta época había todavía en las grandes ciudades de Rusia organizaciones del partido. La oficina del Comité Central de Rusia, compuesta únicamente de bolcheviques, ya que los mencheviques no tomaban parte en estos trabajos, funcionaba igualmente sin intermitencias.

En los periódicos del partido publicados en el extranjero, la lucha contra el liquidacionismo no dejó de agravarse. En enero-febrero de 1910, el Comité Central fué convocado para sesión en París. Ya no recuerdo quiénes fueron los bolcheviques llegados de Rusia que tomaron parte en la sesión, puesto que yo no asistí. Yo fuí solamente informado por Noguín, Entre los bolcheviques miembros del Comité Central hubo divergencias sobre la unificación de todas las corrientes del partido. Noguin e Innokenki, que tenían la mayoría de los bolcheviques miembros del Comité Central, hicieron votar (de palabra) por la unificación, al mismo tiempo que hacían elegir un Comité Central y un órgano central único, compuestos de representantes bolcheviques, mencheviques y “nacionales”, conforme a las resoluciones de la sesión del Comité Central; los mencheviques liquidadores tuvieron que suspender la publicación de Goloss socialdemokrata, que aparecía en el extranjero; enviar al Comité Central de Rusia tres de sus delegados, y ayudar a restablecer las organizaciones ilegales del partido. Por otra parte, los bolcheviques debían cesar en la publicación de su órgano de fracción, el Prolétari entregar su imprenta, su organización de transporte y todos sus fondos al Comité Central, que creó una oficina en el extranjero compuesta de delegados (a razón de uno por organización y fracción) de bolcheviques, de mencheviques, del partido socialdemócrata letón (como en el Comité Central del partido socialdemócrata letón los bolcheviques tenían entonces la mayoría, éstos fueron prácticamente dueños de la oficina del Comité Central en el extranjero.)

En la sesión del Comité Central se designó a cinco miembros para el Comité de redacción del órgano central del partido, el Socialdemócrata: dos bolcheviques (Lenin y Zinóviev), dos mencheviques (Martov y Dan) y un representante del partido socialdemócrata lituano (Varski). Fué en esta misma sesión cuando se decidió acordar una ayuda financiera a la Pravda, de Viena, como periódico obrero popular, la redacción del cual envió un representante (Kámenev).

Noguin me comunicó las resoluciones de las sesiones, manifestando su alegría por la idea de que finalmente se había conseguido llegar a hacer la unidad de los bolcheviques y mencheviques para una acción práctica en Rusia (la sesión condenó categóricamente al liquidacionismo y al otsovismo) e interesar a los “nacionales” en esta acción. La única cosa que le turbaba era que Lenin se hubiese mostrado adversario decidido de las resoluciones indicadas de la sesión, por más que se inclinase ante la decisión de la mayoría de los bolcheviques miembros del Comité Central. Noguin me dijo con amargura que Lenin no comprendía hasta qué punto era necesaria la unidad en la acción en Rusia.

Los bolcheviques obedecieron a la decisión de la sesión: cesaron la publicación de su órgano, entregaron una gran cantidad a tres camaradas extranjeros (Kautsky, Mehring y Clara Zetkin) designados por la sesión para guardar los fondos bolcheviques y su organización técnica en la oficina del Comité Central en el extranjero. Pero los mencheviques no suspendieron la publicación de su órgano, y ni uno de ellos entró en la oficina del Comité Central en Rusia. Es más: los partidarios en Rusia del Golos socialdemokrata atacaron abiertamente al partido ilegal, al Comité Central y otros organismos. El Golos no continuó después. Después de la sesión del Comité Central, los liquidadores empezaron en Rusia y en el extranjero una cruzada contra el partido ilegal, y en particular contra los bolcheviques. En Rusia persiguieron a los partidarios del partido ilegal en todas las organizaciones obreras legales que tenían a su cabeza mencheviques liquidadores. La actitud conciliadora de una parte de los bolcheviques miembros del Comité Central complicó la lucha entablada contra los liquidadores.

Los bolcheviques tuvieron que depender, de una parte, del delegado del partido socialdemócrata polaco y lituano, que entraba como quinto miembro en el Comité de redacción del órgano central, para que el Socialdemócrata adoptase su línea política, y, por otra parte, de la oficina del Comité Central en el extranjero para las cuestiones de dinero y transporte (los fondos de los bolcheviques quedaban entre las manos de los camaradas extranjeros designados por la sesión del Comité Central, cuando ellos hubieran podido ser muy útiles a los bolcheviques). No tuve ocasión de volver a ver a Noguín hasta 1917. Por lo tanto, no pude saber qué impresión produjo sobre él las resoluciones de la sesión del Comité Central de 1910; pero los bolcheviques conciliadores residentes en el extranjero no fueron turbados en lo más mínimo por el resultado de estas decisiones,

Al final de diciembre de 1910, estaba de nuevo en París. Allí encontré, venidos de Rusia, a Mitchel Mironovitch (N. Mandelstam) y A. Rikov. No recuerdo con qué objeto, Marc, Leva, Rikov, Michel Mironovich, Losovich y yo nos reunimos en el café. En esta reunión indiqué que sería conveniente enviar a las organizaciones del partido militante en Rusia, antes del primero de mayo o del 9 de enero, o en cualquier otra ocasión, manifiestos impresos o simplemente manuscritos. En este último caso, organizaciones más fuertes podían encontrar medio de reproducirlo. Yo me comprometí a hacerlos llegar regularmente y a tiempo a las organizaciones rusas.

Mi proposición fué adoptada, y se hizo una lista de redactores. A esta lista, Marx, Leva y Losovski llevaron redactores pertenecientes a todas las tendencias, entre ellos Martov, pero no pusieron a Lenin ni a Zinóviev. Esto sucede siempre a los conciliadores. Empiezan por conciliar lo inconciliable y terminan por unirse a sus adversarios. Así fué con el Comité Central conciliador de 1904, lo mismo ocurrió con los bolcheviques conciliadores del período que describimos. Me irrité porque Lenin ni Zinóviev no hubiesen sido puestos en la lista de redactores, y se lo comuniqué a Nadejda Constantinovna y a Lenin. Excuso decir que mi proposición quedó en letra muerta. Después del regreso de Noguin a Rusia, se intentó varias veces constituir la oficina del Comité Central de Rusia; pero hasta el final de 1911 todas estas tentativas terminaron en detenciones.

El centro bolchevique en el extranjero tomó todas las medidas posibles para constituir una oficina del Comité Central en Rusia. Una vez envié un camarada a Hanecki, miembro polaco de la oficina interior del Comité Central; éste debía acompañarlo a Moscú y ponerlo en contacto con los miembros de la oficina interior. Pero cuando él y su compañero llegaron a Moscú, los miembros de la oficina con los cuales debían entrar en relación habían sido detenidos. Los bolcheviques, hicieron esfuerzos increíbles y sacrificios considerables para defender y reconstruir, tanto en Rusia como en el extranjero, después de numerosas detenciones, los organismos locales del partido y el Comité Central de Rusia, y por otra parte dirigir en la Prensa y en las raras asambleas del partido una lucha ideológica contra los liquidadores que los desintegraban. A fin de cuentas, los esfuerzos de los bolcheviques fueron coronados por el éxito. Antes de partir para Leipzig fuí a casa de Lenin. Hablando de los asuntos del partido en el extranjero y en Rusia, la conversación verso sobre la ausencia en Rusia de un centro del partido con autoridad capaz de agrupar todas las organizaciones existentes, alrededor del cual todos los bolcheviques residentes en el extranjero vendrían a agruparse. Lenin sonrió y dijo a Nadejda Constatinovna, que había entrado en la habitación durante la conversación: “Piatnitsky propone formar un centro para reconstruir los organismos centrales del partido.” Me enteré que Lenin y los camaradas que trabajaban entonces con él proyectaban convocar una Conferencia del partido.

Durante mi estancia en el extranjero fuí frecuentemente de Berlín a Ginebra y de Leipzig a París, cuando desacuerdos agudos, intensos, estallaban en el partido. Llegando allí, me dirigía siempre a casa de Lenin. Cuando le preguntaba: “¿Por qué razón me han convocado?”, la respuesta era invariable: “¡Quédese aquí unos días, vea a los camaradas y en seguida hablaremos!” Y cuando antes de marchar iba a verle, me decía: “Y bien, ¿qué posición toma usted?” Hasta después que yo le dije lo que pensaba de la situación, no me expuso su manera de ver y sus proposiciones.

Antes de la guerra yo estaba en correspondencia constante con Nadejda Constatinovna y con Lenin; pero, desgraciadamente, no he conservado sus cartas. Cuando en el verano de 1905 salí para Rusia, dejé mis archivos con las cartas de Lenin y de Nadejda Constatinovna en Ginebra, en casa de Liadov (donde se perdieron al mismo tiempo que las suyas). En 1913, antes de mi salida para Rusia, destruí toda mi correspondencia.