"Lo fundamental era estar al lado del pueblo, impulsarlo a la lucha. No había que olvidar que nosotros, los comunistas, éramos los organizadores, sólamente el armazón. He aquí lo que no se podía olvidar un sólo instante. Y entonces ninguna fuerza enemiga sería capaz de quebrantarnos" Alexéi Fiódorov

Capítulo primero: BOMBAS DOBRE CHERNIGOV parte 2 de 5

¿Comprendía yo entonces a lo que iba? ¿Me daba cuenta exacta de las dificultades que me esperaban? Yo no era ya un muchacho, estaban lejos los tiempos del trabajo físico. Durante los últimos años ni siquiera había hecho deporte, llevaba más de veinte años sin montar a caballo.

En el viaje de regreso de Kiev me puse a reflexionar en mi decisión. Reflexión, pero no vacilaciones. Ten(a la certidumbre de que yo servía para el trabajo clandestino y que en ese trabajo sería más útil al Partido que en cualquier otro.

Al llegar a Chernígov, convoqué al Buró del Comité Regional. Al informarles de que era necesario organizar el Partido en la clandestinidad, todos se sorprendieron.

¡En la clandestinidad! Hasta las mismas palabras parecían sacadas de un libro, nos parecían irreales. "El Partido bolchevique en la clandestinidad" sonaba a historia. Y he aquí que nosotros, aunque no muy jóvenes, pero hombres de formación soviética, teníamos que prepararnos para pasar a la clandestinidad.

Cuando yo pregunté: "Bueno, camaradas, ¿quién de vosotros está de acuerdo? ", en el despacho se hizo tal silencio que hasta oí las voces de la calle, aunque las ventanas estaban cerradas.

Me sorprendió que el primero en alzar la mano fuera Nikolái Nikítich Popudrenko. Y me extrañó porque todos le conocíamos como un amantísimo padre de familia. Siempre que tenía ocasión, lo mismo durante un viaje que en su trabajo en el Comité Regional, hablaba de su mujer, de su hijo, de su hijastro o de su hija. Popudrenko, tercer secretario del Comité Regional, era un magnífico cuadro del Partido, muy honrado, sincero y recto. Más tarde, en su labor clandestina y, sobre todo, en la unidad guerrillera, se reveló como un hombre decidido, extremadamente valeroso, a veces incluso demasiado temerario. Pero de eso hablaré más adelante.

Después de Popudrenko levantaron la mano otros camaradas. Todos los miembros del Buró del Comité Regional decidieron quedarse en Chernígov. En aquella reunión nombramos el Comité Regional clandestino compuesto por siete miembros.

Designamos también a sus sustitutos para el caso de que alguno de ellos fuese detenido; tuvimos también en cuenta esa posibilidad. Después nos distribuimos las obligaciones y examinamos un plan previo de acción.

Poco después todos nos habíamos acostumbrado a la nueva situación. Ahora existían en la región dos Comités Regionales del Partido: el legal y el clandestino. La existencia del segundo no la conocía nadie, a excepción de sus miembros. Unos días más tarde quedó organizado del mismo modo el Comité Regional de la Unión de Juventudes Comunistas Leninistas de Ucrania.

Formalmente yo seguía siendo secretario de los dos Comités del Partido, del legal y del clandestino. Pero desde aquel día puse en manos de los compañeros todo mi trabajo legal, y me entregué a la preparación de la nueva y desconocida vida que nos esperaba.

* * *

El Comité Central del Partido exigía de nosotros, del Comité Regional, una preparación seria. Debíamos de preverlo todo, inclusive las condiciones de vida de los futuros guerrilleros.

...Los futuros jefes guerrilleros se habían separado ya de sus familiares y seguían unos cursos especiales, donde aprendían a volar puentes, quemar tanques, apoderarse de los documentos de los Estados Mayores alemanes; los miembros del Partido destinados a trabajar en la clandestinidad se habían despedido también de sus viejos apellidos: tenían que acostumbrarse a no volver la cabeza si alguien les llamaba por el nombre que tenían antes de la guerra.

Toda la segunda mitad de julio y parte de agosto el Comité Regional clandestino se dedicó a prepararse para el trabajo en la ilegalidad y a la formación de los destacamentos.

Nos repartimos la labor: yo era el encargado de organizar los Comités de Distrito clandestinos del Partido y del Komsomol. Además, estaba encargado de la evacuación de los habitantes y de los bienes de la región.

Nikolái Nikítich Popudrenko tenía a su cargo la preparación de los grupos de dinamiteros. Pétrik se ocupaba de seleccionar publicaciones, organizar una base poligráfica, conseguir y guardar papel: era el secretario de agitación y propaganda. Nóvikov, Yariómenko y Rudkó estaban encargados de seleccionar los cuadros para las células de base en el campo y en las fábricas. A Kapránov se le encomendé la organización de las bases de productos.

Cada día citábamos en el Comité Regional a diez o quince personas de los diversos distritos. Yo conocía a casi todos, pues había tenido con ellos relaciones de trabajo. Sin embargo, la verdad era que no los conocía bien. Con algunos me equivoqué. La guerra obligó a revisar las opiniones que antes se tenían sobre unas u otras personas y, con frecuencia, a modificarlas.

Los camaradas pasaban a mi despacho uno a uno. La conversación comenzaba casi siempre igual. Igual para mí, naturalmente, porque hablaba con muchos, pero para el recién llegado la sorpresa era total.

— ¡Salud, camarada, siéntese! ¿Sabe para qué le hemos llamado?

—No.

— ¿Ha pensado usted en la posibilidad de que los alemanes ocupen su distrito? ¿Qué haría usted si surgiese ese peligro? ¿Qué le parecería quedarse en la clandestinidad y dirigir el Comité de Distrito?

La mayor parte de las veces a esta propuesta seguía una larga pausa. Yo continuaba:

— Píenselo, reflexione; espero su respuesta.

Sí el camarada aceptaba en el acto, le explicaba los peligros a que se exponía.

— Tenga en cuente que puede usted ser traicionado, que ¡e pueden sorprender. Usará usted otro nombre, llevará otra documentación. Pero si le registran, pueden descubrir directivas cifradas, listas de miembros. Le torturarán. ¿Tendrá usted suficiente entereza para soportarlo todo y, si hace falta, morir por nuestro pueblo, por la causa del Partido?

Algunos vacilaban. Tan pronto como observaba en alguien síntomas de abatimiento, le mandaba regresar. Un hombre así no servía para el trabajo clandestino...

¿Qué sucedería si se viese en las garras de la SS? Tal vez fuese honrado, pero era poco probable que soportara si llegaban a pegarle en las espaldas con baquetas al rojo.

Por eso, un diagnóstico prematuro de cobardía, por decirlo así es de suma importancia. Al seleccionar a los hombres, me dedicaba precisamente a establecer ese diagnóstico. Desde el punto de vista político, los hombres convocados habían sido comprobados previamente. Me interesaba sobre todo la firmeza y la resistencia de su carácter.

Era muy penoso descubrir en un compañero, bueno y trabajador, ese terrible bacilo de la cobardía. Recuerdo a un secretario de distrito en el cual tenía confianza y del que estaba seguro.

Le llamé, hablé con él... ¡Y había que ver al hombre!

Empezó a decirme que estaba enfermo, que toda su familia se encontraba mal de salud, que no podría cumplir en el trabajo, que tenía una memoria pésima.

Al fin confesé francamente:

— ¡Tengo miedo! ¡Quiero vivir aún!

El presidente del Tribunal Regional de Chernígov era un hombre fuerte, de unos treinta, y cinco años, muy buen orador y con mucho aplomo. Pensamos en él para el trabajo clandestino. Al principio rebulló en la silla, pero enseguida se dominó, sacó un bloc y se puso a escribir. Cuando terminamos de hablar, me estreché la mano y con verdadero entusiasmo me dijo:

— Puede confiar en mí, Alexéi Fiódorovich. En el primer instante la sorpresa me ha hecho vacilar, pero ahora lo he comprendido... ¡El deber lo ordena! ¡La Patria lo exige!

Pero en el último momento se fugó. Naturalmente nos perjudicó mucho. Era tarde ya para buscar a otro en su lugar.

La mayor parte de los camaradas accedían con sencillez y valor a quedarse en su localidad y estaban dispuestos a incorporarse al trabajo clandestino. Cuando yo preguntaba: ¿Ha pensado usted en la posibilidad de que los alemanes ocupen su distrito?, casi todos los camaradas respondían: "Sí, lo he pensado".

Y cuando el compañero se enteraba de que en la retaguardia alemana funcionarían el Comité Regional del Partido Comunista, Comités de Distrito, células locales y organizaciones del Komsomol y que el movimiento guerrillero estaría dirigido por el Partido, me estrechaba con fuerza la mano y me decía:

— ¡Magnífico, Alexéi Fiódorovich! Eso quiere decir que seguiremos trabajando juntos, que no abandonaremos a Ucrania. ¡Y yo no sabía qué hacer! ... Voy a enviar a la familia y me quedaré a la completa disposición del Partido.

Yo comprendía que el camarada, al estrecharme la mano, veía en mí a un correligionario, al representante del Partido y ejecutor de las indicaciones del Comité Central.

En un mes seleccionamos y enviamos a los distritos, para el trabajo clandestino, a más de 900 hombres.

* * *

En los distritos se preparaban activamente para trabajar en la clandestinidad y para la lucha guerrillera. El Comité Regional recibía diariamente información telefónica y telegráfica de la marcha de estos preparativos, al mismo tiempo que los partes de la evacuación de la industria y de la recogida de la cosecha. Por supuesto, los informes sobre esta preparación eran transmitidos secretamente.

A mediados de julio pudimos comprobar que quien mejor llevaba ese trabajo era el camarada Kúrochka, secretario del distrito de Jolm. El mismo se había ofrecido a quedarse en la clandestinidad y daba muestras del mayor celo en toda la preparación de este nuevo trabajo, para todos desconocido.

En el distrito de ese camarada actuaba un batallón de caza, compuesto de voluntarios. El camarada Kúrochka había decidido, con mucho acierto, que los combatientes de ese batallón que ya tenían cierta experiencia de la lucha contra el enemigo en los bosques, en unas condiciones parecidas a las guerrilleras, podrían formar el núcleo del destacamento. Los doscientos cuarenta combatientes del batallón de caza accedieron a quedarse en la retaguardia enemiga como guerrilleros.

Las organizaciones de base del Comité de Distrito del Partido de Jolm, del Comité Ejecutivo del Soviet de Distrito y del Comisariado del Pueblo de Asuntos Interiores se incorporaron integras al futuro destacamento. Habían comenzado ya a ejercitarse en el tiro, en el lanzamiento de granadas, en la táctica de la lucha guerrillera. En el taller mecánico de la fábrica de alcohol transformaron una ametralladora de aprendizaje del Qsoaviajim(1) en una de combate. (Dicho sea de paso, esto se hizo con casi todas las ametralladoras de aprendizaje existentes en la región. Claro está que el resultado no fue muy considerable, en total unas 30 ó 40 ametralladoras, pero con ellas logramos exterminar a no pocos enemigos y proteger la vida de decenas y tal vez de centenares de guerrilleros.)

Quince días antes de la ocupación del distrito de Jolm, el batallón de caza y todos los voluntarios incorporados a él marcharon a los bosques para dejar pasar el frente.

En el distrito de Koriukovka, donde el camarada Korotkov era el primer secretario del Comité de Distrito, los miembros del activo, aun, antes de haber sido requeridos por el Comité Regional, se dispersaron por las aldeas a fin de preparar a los comunistas y koljosianos de vanguardia para hacer frente a la posible ocupación alemana y organizar la lucha guerrillera contra el enemigo. A su debido tiempo quedaron organizadas once células comunistas clandestinas. Todos los que se manifestaban dispuestos a quedarse en la retaguardia enemiga recibían detalladas instrucciones.

En el distrito de Nósovka, el camarada Stratilat, secretario del Comité de Distrito, y más tarde uno de los jefes guerrilleros de mayor talento, había adoptado, mucho antes de la ocupación, una medida muy interesante: el Comité de Distrito llamó a todos los que recientemente habían llegado al distrito y a los komsomoles. Los que querían quedarse, y servían para el trabajo clandestino, fueron enviados a poblados y aldeas donde nadie los conocía. Allí, esos camaradas ocuparon cargos secundarios en los Soviets de aldea, en los koljoses, en los hospitales, etc. Estos hombres prepararon centros de enlace conspirativos y cohesionaron en torno suyo a un activo grupo de resistencia.

Desde el distrito de Oster comunicaron que habían instalado una base para cien guerrilleros, donde tenían ocultos víveres para ocho meses aproximadamente, armas, municiones y otras muchas cosas. El distrito contaba con dos destacamentos organizados, uno de quince y otro de veinte hombres, y se había celebrado una reunión con los comunistas del distrito destinados al trabajo ilegal.

Desde casi todas partes de la región recibíamos noticias semejantes.

(1) QsoaviaIim: anagrama de una organización social voluntaria llamada "Sociedad de la ayuda al Ejército, a la Aviacrón y a la Marina'. (N. del Trad.)


nota del autor, parte 01, 02, 03, 04, 05, capitulo dos parte 01