"Lo fundamental era estar al lado del pueblo, impulsarlo a la lucha. No había que olvidar que nosotros, los comunistas, éramos los organizadores, sólamente el armazón. He aquí lo que no se podía olvidar un sólo instante. Y entonces ninguna fuerza enemiga sería capaz de quebrantarnos" Alexéi Fiódorov

Capítulo primero: BOMBAS DOBRE CHERNIGOV parte 5 de 5

El 26 de agosto salieron ya de Lukashovka hacia el distrito de Jolm, en un camión y en un coche de turismo, veintiséis guerrilleros más y una parte del Comité Regional clandestino encabezado por el camarada Popudrenko. Habíamos decidido que yo me quedaría cierto tiempo aún.

Al despedirme, abracé a cada uno de ellos.

— Tan pronto termine de evacuar la población y las empresas, industriales -les dije- y acompañe al Ejército Rojo hasta los límites de la región, volveré a reunirme con vosotros. ¡ Estad seguros de que os encontraré!

Al día siguiente, supe que los distritos de Jolm y Koriukovka habían sido ocupados ya por los alemanes. El grupo de Popudrenko pasó la línea del frente con ayuda de los combatientes de la 18 división, que se encontraba en aquel sector.

Yo no sabía entonces que me esperaban muchas peripecias antes de reunirme de nuevo con mis camaradas.

* * *

Voy a hablar brevemente de mi infancia y de mi juventud. Abandonado por mis padres, fui recogido por Maxim Trofímovich Kostiria, piloto de una barcaza de Dniéper, al que expreso mi agradecimiento.

Todos sabían que yo era un expósito y los chicos, naturalmente, se burlaban de mí, aunque me tenían miedo: mis puños eran fuertes. Y si no hubiera sido por la revolución, ¡cuánto me hubiese tocado sufrir en mi juventud!. Las muchachas decentes no se dejaban cortejar: ninguna querría casarse con un bastardo.

Vivía en las afueras de Ekaterinoslav, actualmente Dniepropetrovsk, en el poblado de Lótsmanskaia Kámenka. Allí me recuerdan todavía. Terminé con buenas notas una escuela de dos años. Yo era un chico muy travieso, pero tenía afán por aprender: Acaso porque comprendiera desde pequeño que la vida me sería difícil.

A los doce años comencé ya a trabajar. Fui zagal del pastor de un ricacho. A los catorce años me separé de mi padre adoptivo y comencé a ganarme yo solo la vida. He sido pastor, acarreador, trabajé en la construcción. Así hasta los diecinueve años.

A principios de 1920 trabajaba en un hospital; hacía todo lo que me ordenaban: barría el patio, partía leña, encendía las estufas, sacaba a los muertos. En el hospital ingresaban, de vez en cuando, combatientes del Ejército Rojo. Probablemente influenciado por ellos, se me ocurrió ingresar voluntario en el Ejército Rojo. Tenía ya bastantes años, y podría haberme dado cuenta por mí mismo que el Ejército Rojo era precisamente el lugar que me correspondía. Pero no fue así. Me atraía más el aspecto material: la ropa, el calzado, la buena alimentación.

Hice un curso de seis meses en una escuela de caballería y de allí sal í como ayudante de jefe de sección. Me destinaron al regimiento de caballería Nº 54, de la 9ªdivisión de caballería del Kubán. En aquel entonces era yo un buen mozo. Montaba bien a caballo, pero con los cosacos del Kubán es difícil competir en eso. Todos eran soldados veteranos que habían pasado por la guerra con Alemania y la civil. No podía ocupar entre ellos un puesto de mando, aunque no fuese importante, y por eso quedé como ayudante del jefe del escuadrón.

Participé en algunos combates. Al principio, nuestra unidad retrocedió, pero después pasó a la ofensiva. En mi vida personal no ocurrió nada de particular en aquella época, si descontamos que me hice un celoso partidario del arma de caballería y un entusiasta del caballo, de las espuelas y del sable. Yo pensaba entonces que mi destino y mi vocación eran pertenecer a la caballería. Sin embargo, no llegué a oficial: durante una expedición contra la banda de Tiutiúnik caí enfermo y me llevaron al hospital con una pulmonía. La enfermedad se complicó, y tardé en curarme más de medio ano. Una vez repuesto, el Comisariado de Guerra me destinó a un regimiento ferroviario como jefe de sección.

Allí presté servicio, luchando contra los bandidos hasta 1924. Ese mismo año fui desmovilizado, y así terminó ini carrera militar.

Contaba entonces 23 años, pero no tenía ninguna profesión, y ni siquiera un propósito determinado. Estaba seguro, sin embargo, de que sabría andar por la vida. Físicamente era fuerte y en el ejército había templado mi voluntad.

Tenía grandes deseos de estudiar. Pero no era posible ingresar en un instituto o en una escuela técnica. Me faltaban los conocimientos para ello. Decidí trabajar y estudiar al mismo tiempo.

Logré entrar de ayudante de entibador en la construcción del túnel ferroviario Merefa — Jersón. Digo que lo logré, porque en aquel entonces había muchos parados todavía.

En la construcción del túnel es cuando recibí una educación bolchevique y adquirí un verdadero temple de obrero.

El trabajo era duro, siempre en las tinieblas y en la humedad. Pero yo estaba encariñado con el trabajo, con los hombres que dominaban el oficio a la perfección.

Vivía en el poblado de Mandrikovka, próximo a las obras. Poco después me casé. Como tenía que montar la casa, trabajaba con ahinco.

¿Cuáles eran entonces mis aspiraciones y mis deseos? Ya estaba casado y tenía una hija. Si en aquel tiempo me hubieran dicho: "Qué te parecería, Alexéi, si fueras a trabajar al Partido, primero de secretario de un Comité de Distrito y después de secretario de un Comité Regional?, me hubiese encogido de hombros echándome a reír. Ni siquiera pertenecía al Komsomol.

Si yo sentía grandes deseos de instruirme, el Poder soviético y el Partido Comunista tenían un interés aún mayor en que personas como yo estudiaran y se capacitasen.

Mis aspiraciones eran modestas: ser contramaestre de mina. Por eso me fijaba atentamente en los camaradas mayores, más expertos, y no me negaba a hacer ningún trabajo.

No existía aún el movimiento stajanovista(1), hasta los obreros de choque aparecieron más tarde. Si, por ejemplo, algún obrero rebasaba en mucho la norma, alguno de los viejos solía decir: "No rebajes los salarios". Ya entonces eso no me gustaba. A veces, hasta los delegados sindicales se enfrentaban resueltamente a la administración: "La administración es la que debe responder por el plan..

Tampoco eso era de mi agrado.

Para mí eran un modelo los obreros que trabajaban no por obligación, sino a conciencia.

Me agradaban, sobre todo, dos contramaestres de turno: los hermanos Grigorián, Artiom e Iósif. Sencillos en el trato, ayudaban siempre con sus consejos tanto a viejos como a jóvenes y, si a alguno le hacía falta, le prestaban dinero. Eran unos magníficos obreros, que se complacían en enseñar lo que sabían, gente alegre, aficionada a bailar y a pasar el tiempo libre con los amigos. No eran reacios a beber, pero no rebasaban la medida. Me gustaba cómo iban vestidos: bien, pero sin ostentación.

Mi mejor amigo y maestro era Iván lvánovich Bobrov, que trabajaba en el mismo turno que yo. También era entibador, pero de categoría superior a la mía. Bobrov era comunista y realizaba un gran trabajo social: era el encargado del sector de la producción en la organización sindical de la mina.

Bobrov fue quien me acostumbró a leer regularmente los periódicos y consiguió que la lectura llegara a ser para mí una necesidad vital; gracias a él me aficioné a la literatura política. Bobrov me llevaba consigo a las reuniones sindicales, me hacía intervenir en la discusión de los problemas de la producción y fue el primero en hablar conmigo sobre mi ingreso en el Partido.

Mientras tanto, en Mandrikovka se había construido un club. Y si antes nos pasábamos las tardes en casa, o íbamos de visita, o paseábamos en grupos por las calles del pueblo, ahora empezamos a tener nuevas ocupaciones. En el club había biblioteca y dos círculos artísticos de aficionados: el dramático y el musical.

Mi historia no tiene nada de extraordinario para un ciudadano soviético. Se puede resumir en unas palabras: el Partido, el Poder Soviético han sido los que me educaron, los que me impulsaron hacia adelante. Mi espíritu, mis horizontes han ido desarrollándose paralelamente al desarrollo cultural del país.

Un año más tarde fui elegido miembro del Comité sindical, al mismo tiempo desplegaba una intensa labor en el club. El 27 de junio de 1926 era ya candidato a miembro del Partido. Y justamente un año después, el 27 de junio de 1927, recibí el carnet de militante del Partido Comunista.

A fines de 1927, cuando terminamos el túnel, ya era contramaestre minero, y cobraba un buen salario. Tenía veintiséis años y era un hombre serio. Por lo que se refiere a mi actividad social, estaba encargado de los asuntos del club, presidía la Comisión cultural del sindicato y había sido elegido miembro del Buró de la organización del Partido.

Después me llamaron a Moscú, al Comisariado del Pueblo y me propusieron marchar al Cáucaso a trabajar en la construcción de la central eléctrica de Rion; muchos de estos trabajos eran en roca y había que abrir varios túneles. Trabajé también allí de contramaestre y después regresé a Ucrania.

Frisaba ya en los treinta años, y me encontraba en Ucrania, después de haber trabajado en Dniepropetrovsk, cuando conseguí, por fin, realizar mi antigua aspiración de estudiar. Ingresé en el tercer curso de la Escuela Técnica de Construcción en Chernígov. Al año terminaba los estudios y ya comenzaba a pensar en proseguir estudiando en el instituto, cuando mi destino cambió bruscamente. Me llamaron al Comité Urbano del Partido y allí me dijeron:

— Necesitamos hombres como tú para trabajar en los distritos rurales.

—Y cómo son "esos hombres"?

— De origen proletario, educados en la producción, fieles al Partido. En los distritos rurales nos faltan hombres así.

Y salí para la región de Chernígov, hacia el distrito de Koriukovka, como presidente del Consejo Sindical de la región.

Después fui elegido presidente de la Comisión de Control(2) en el distrito de Ponornitsa, de la misma región. Algo más tarde me eligieron para segundo secretario del Comité de Distrito.

El Partido seguía interesándose por mi, me ayudaba a desarrollarme. En los cursos de preparación de secretarios, organizados por el Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de Ucrania en Kíev y, más tarde, en los cursos del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) en Moscú, obtuve los conocimientos teóricos que me faltaban.

A principios de 1938 fui elegido primer secretario del Comité Regional de Chernígov del Partido Comunista de Ucrania.

Soy un cuadro del Partido. Eso quiere decir que todo mi tiempo, toda mi inteligencia, todas mis fuerzas están al servicio del Partido. Y a cualquier parte donde vaya, cualquier cosa que e1 Partido me ordene, la cumpliré como un deber sagrado.

Ahora, cuando miro atentamente a mi alrededor y me fijo en los camaradas que marchan a mi lado, veo que la enorme mayoría de ellos han salido del pueblo. Sus biografías pueden ser distintas, pero sus intereses y sus objetivos son los mismos: los que marca el programa del Partido bolchevique.

(1) Stajanovista: Movimiento de masa entre los trabajadores de la URSS por una elevada productividad del trabajo y una mejor utilización de la técnica. Llamado "stajanovista" por el nombre del iniciador de este movimiento, el minero de la cuenca del Donets, Alexéi Stajánov. (N. del Trad.)

(2) Comisión de Control: órgano electivo del Partido destinado a prestar ayuda a los comites del Partido para afianzar la disciplina, luchar contra las infracciones de los estatutos y decisiones del Partido y atraer a las amplias masas al trabajo para el mejoramiento del aparato soviético. (N. del Trad.)


nota del autor, parte 01, 02, 03, 04, 05, capitulo dos parte 01