"Lo fundamental era estar al lado del pueblo, impulsarlo a la lucha. No había que olvidar que nosotros, los comunistas, éramos los organizadores, sólamente el armazón. He aquí lo que no se podía olvidar un sólo instante. Y entonces ninguna fuerza enemiga sería capaz de quebrantarnos" Alexéi Fiódorov

Capítulo tercero: EL COMITE REGIONAL ACTUA parte 7 de 16

Al principio, planeábamos celebrar la reunión de los comunistas del distrito en casa de la maestra Zina Kavinskaja, komsomol de la aldea de Buda. Pero Vasia Zubkó, que había ido allí de exploración, nos contó al regresar que el hijito de la maestra estaba enfermo de escarlatina. Kavinskaia, a pesar de la enfermedad de su hijo, salió a buscar otra casa en la aldea para celebrar la reunión, pero volvió toda alarmada: se habían presentado en Buda unos forasteros, preguntando por ella: por lo visto, estaban encargados de vigilarla.

— He comprobado personalmente sus palabras —dijo Vasia—. Al principio pensé que Kavínskaia se había asustado. Pero no, en efecto hay unos forasteros en la aldea, unos tipajos de largas narices que husmean por todas partes. Uno, incluso, se me acercó en la calle. Era un hombre de unos cuarenta y cinco años, de aspecto repulsivo, con aire de sacristán retirado. Tiene una vocecilla atiplada y lleva una pequeña barbita.

— ¿Baptista? —pregunté yo involuntariamente.

— ¿Qué es eso de baptista, Alexéi Fiódorovich?

— Un buen explorador, Vasia, debe .estar al tanto de las cuestiones religiosas. Que sea baptista es lo de menos, lo importante es saber si se trata dei tipo que yo pienso. ¿Qué hace allí?

— Se me acercó ala salida de la aldea y me preguntó: "¿A dónde se encamina, patrón?"

— ¿Te llamó "patrón"?

— Así me dijo.

— ¡Ay, Vasia, Vasia! Es el mismo kulak de Kostromá. Es indudable; él es quien mandó a los alemanes a la casa de Bodkó. ¿Qué respondiste tú? ¿Estaba solo?

— Estaba solo, pero hay dos más, muy parecidos a él, que tam5ién andan por la aldea. Al parecer no se conocen, pero hasta las mujeres dicen que se trata de la misma banda. Los alemanes están a punto de llegar para organizar su poder y han enviado a ésos para preparar a la gente y averiguar si hay guerrilleros por los alrededores. Tienen miedo.

Sentía unes deseos tan vehementes de echar mano a aquel traidor, que estuve a punto de proponer a Dneprovski, Plevako y Zubkó que fuéramos a Buda, nos apoderásemos del traidor y lo liquidáramos. Afortunadamente me contuve.

Cuesta trabajo ser precavido. A mí me era entonces muy difícil serlo. ¡Saber que a unos kilómetros se paseaba impunemente el hombre culpable del asesinato de Bodkó y no hacer nada! ... Pensé muchas cosas, hice muchos planes, pero al fin decidí que en nuestra situación no podíamos dedicarnos a la caza de aquel tipo, no teníamos derecho a poner en peligro la reunión proyectada ni a descubrirnos.

— Por ahora, nada tenemos que hacer en Buda —dije suspirando profundamente—, la reunión la celebraremos en Peliujovka.

Pero también en Peliujovka nuestros exploradores descubrieron gente sospechosa. De nuevo tuvimos que cambiar de lugar: el mismo día de la reunión, el 29 de octubre, varios camaradas (había entre ellos komsomoles, pioneros y también una viejecita decrépita) se apostaron en los caminos que conducían a Peliujovka. Se les dio una contraseña. A los que respondían del modo convenido, nuestros centinelas decían:

— No vayáis a Peliujovka. A las once de la noche en la administración forestal de Kámenka.

* * *

Era la primera vez que el Comité Regional clandestino convocaba una reunión de comunistas tan amplia. Claro que era por ahora a nivel de distrito, pero concedíamos una gran importancia a la primera reunión, que debía ser una prueba de nuestras fuerzas de organización y de la cohesión de las filas bolcheviques.

Llovía. Aunque el otoño estaba muy avanzado, la lluvia era fuerte y llevaba cayendo ya varios días seguidos. La tierra estaba toda empapada y los caminos convertidos en un barrizal. La cazadora de burda lana, de confección doméstica, que yo llevaba puesta, no se me secaba ni a tiros. Pesaba, sin exageración, más de veinticinco kilos. A veces me la quitaba, y al retorcerla chorreaba como una esponja.

Hablo de la cazadora, porque a todos les pasaba lo mismo. Teníamos tanto frío, que ni siquiera en las casas podíamos entrar en calor. Había escrito con un lápiz tinta el guión para la reunión y lo llevaba escondido lo más ocultamente posible, pegado casi a la piel. Tenía que recorrer unos cinco kilómetros, pero el papel se me mojé por completo y las letras quedaron marcadas en mi pecho.

Muchos camaradas tenían que venir desde los confines lejanos del distrito, distantes unos treinta kilómetros. Todos llegaron a pie y la mayoría solos. Aquellos días había menos probabilidades de tropezar con los alemanes que después, pero el miedo era mayor. Hacía poco que el frente pasaba por aquí.

El guardabosque tal vez fuera una buena persona; pero nosotros no podíamos prevenirle de antemano. Cuando oscureció, varios compañeros llamaron en su casa y le pidieron que abriera la oficina.

Vasia Zubkó fue el encargado de hablar con el guardabosque y de preparar la "sala de sesiones". Convenció rápidamente al hombre. Zubkó encontró dos quinqués y los puso encima de a mesa; pidió al guarda unas mantas y, con ellas y varias hojas de contrachapado que encontró, tapé cuidadosamente las ventanas para que no se filtrase la luz.

La casa de la administración forestal era nueva, de claras paredes de madera; los muebles: una mesa y un banco, de confección artesana, aún no manchados de tinta. Metimos unos cuantos bancos que había fuera, sin preocuparnos siquiera de secarlos.

La lluvia caía sin cesar, golpeando monótonamente los cristales y el tejado. La gente iba reuniéndose poco a poco. Recuerdo que estuve bastante tiempo en la casa sin conseguir calentarme lo más mínimo. Volví a salir: ya no le tenía miedo a la lluvia; la ropa no podía empapárseme más de lo que estaba. La oscuridad del bosque era tan impenetrable que los árboles se adivinaban solamente por el ligero crujido de las pequeñas ramas. ¿Cómo encontraban los camaradas esta casa, cómo se guiaban para llegar a ella? A cada instante se oía chapotear en el barro y el agua, y ahogadas maldiciones.

Gritábamos en medio de la oscuridad.

— ¡Por aquí, por aquí, camarada! Oriéntate por mi voz.

El guardabosque —hombre de barba negra y edad indefinida— obedecía con indiferencia lo que le ordenaba Vasia Zubkó. Iba de su casa a la oficina, buscaba en el jardín (al lado de la oficina había un jardín), tanteando los bancos en la oscuridad. No preguntaba nada, ni nadie le explicaba nada.

Por fin, en la habitación se reunieron unas cincuenta personas. Tomamos asiento. Los miembros del Comité Regional y de los Comités de Distrito ocuparon sus sitios ante la mesa. El guarda forestal de pie, apoyado en el quicio de la puerta, parecía dormitar. "Sería conveniente —pensé— alejarle de aquí".

Alcé la mano reclamando silencio, aunque tan ólo se percibía un leve susurro.

— Camaradas, permitidme que declare abierta la reunión de comunistas del distrito de Málaia Dévitsa.

Miré hacia la puerta: el guarda había desaparecido. Magnífico. No había terminado aún las primeras palabras, cuando de pronto se abrió la puerta y entró el guardabosque llevando en la mano un blanco y largo envoltorio, y se dirigió hacia la mesa presidencial... Colocándose detrás, desenvolvió a la vista de todos el paquete. Eran retratos de los dirigentes del Partido. El guardabosque, aprovechando que yo me hubiera levantado, encaramóse sobre mi silla y colocó los retratos en la pared. En el mismo lugar probablemente donde estaban antes de la ocupación alemana.

— ¡Gracias, camarada! —dije yo estrechándole la mano—. ¡Gracias en nombre de todos!

— No hay de qué.

— ¿Es usted comunista?

— ¡Me iré en seguida! No les estorbaré. Diré a mi mujer que prepare té caliente para la presidencia por lo menos, pues no tenemos cacharros para todos —dijo como disculpándose.

Volvió a salir arrimado a la pared y desapareció tras de la puerta.

Pocos días antes, los pioneros de Málaia Dévitsa habían alzado sobre el pueblo, como una bandera, un retrato de Lenin, y ahora, un simple guardabosque que no era miembro del Partido, traía los retratos de los dirigentes del Partido y del Gobierno guardados por él. ¿No demuestra esto la entrañable abnegación del pueblo por las ideas comunistas y el Poder soviético?

Más tarde supimos que en cada aldea, en casi todas las casas se guardaban los retratos de nuestros dirigentes. Tan pronto ocupaban los guerrilleros alguna localidad, la gente empezaba a sacar de los escondrijos los retratos colocándolos en los Sitios más visibles. No sólo se escondían los retratos, sino también banderas rojas, carteles y transparentes. Todo lo relacionado con el Poder soviético se conservaba cuidadosamente por el pueblo.

Cuando el guarda se fue, leí la directiva del Comité Regional, la orden del Estado Mayor Regional del movimiento guerrillero, que habíamos escrito la noche anterior en la aldea de Grábovo. Esta orden se ha conservado. Hela aquí:

orden Nº1
DEL ESTADO MAYOR REGIONAL
DE DIRECCION DEL MOVIMIENTO GUERRILLERO
DE LA REGION DE CHERNIGOV
31 de octubre de 1941

El ejército de bandidos dei fascismo alemán que ha irrumpido en el territorio de nuestra sagrada tierra soviética y ha ocupado el territorio de nuestra región natal, con ayuda de la vendida canalla nacionalista, lleva a cabo una política de terror contra nuestro pueblo: fusilamientos, violencias y saqueos.

1. El 25 de octubre de 1941, en la aldea de Lísovie Soróchintsi, los agentes de la Gestapo y policías reclutados entre los kulaks de la localidad dieron muerte a Egor Evtujóvich Bodkó, presidente de koljós, patriota soviético, fiel hijo del pueblo.

2. En octubre de 1941, los agentes de la Gestapo sometieron en Ichnia a increíble tormento y feroz escarnio al camarada Tsarenko, ex guerrillero dos veces condecorado.

3. En la aldea de Zaudaika, la policía, organizada a base de kulaks, asesinó el 14 de octubre a un soldado rojo que se ocultaba de los invasores alemanes para no caer prisionero.

4. En octubre de 1941, acusados de no haber querido delatar a los guerrilleros, fueron salvajemente asesinados varios funcionarios de los Soviets de la ciudad de Priluki.

5. Con el pretexto de que está prohibido trabajar los domingos y fiestas religiosas, los alemanes y sus agentes asesinan a los mejores representantes del pueblo soviético.

6. Los comandantes alemanes exigen que los comunistas y komsomoles comparezcan para ser registrados, a fin de poder exterminarlos después.

El Estado Mayor del movimiento guerrillero de la región de Chernígov nombra a los siguientes camaradas para dirigir el movimiento guerrillero en el distrito de Málaia Dévitsa: jefe de destacamento, D. Strashenko; comisario, camarada Priadkó; jefe de Estado Mayor, M. Zínchenko,

y ordena:

1. Crear un destacamento guerrillero único en el distrito con comunistas, komsomoles, activistas de los Soviets, koljosianos e intelectuales.

2. Misión del destacamento: inutilizar inmediatamente el ferrocarril Priluki — Nezhin, para lo cual será volado el puente entre las estaciones Galka —Priluki. Destruir trenes, autos y depósitos alemanes. Desplegar una amplia lucha contra los invasores fascistas.

3. Para perseguir y castigar a los traidores a la Patria, se nombra una comisión extraordinaria compuesta por Strashenko, Priadkó y Zínchenko.

4. Aprobar los grupos creados para la liquidación de los traidores a la Patria al servicio de los fascistas alemanes. Del 3 al 10 de noviembre deben ser ajusticiados en el distrito los siguientes traidores a la Patria:

a) el stárosta Néimesh y su ayudante Lisenko;

b) el stárosta y terrateniente Domantóvich, de Lísovie Soróchintsi;

c) el stárosta de la aldea de Riédkovka.

5. Para el trabajo político cotidiano de masas entre la población del distrito, quedarán en cada aldea un comunista y dos komsomoles, utilizando para ello el activo koljosiano y del Soviet que haya quedado en el lugar.

6. Una vez cumplidas estas tareas, todo el destacamento deberá reunirse el 11 de noviembre en el lugar señalado para desplazarse según el itinerario que se indique.

7.,La presente orden debe ser comunicada a todos los jefes, comisarios, combatientes del destacamento, grupos, comunistas y komsomoles.

8. El camarada Pavlovski queda encargado de comprobar el cumplimiento de esta orden.

El Jefe del Estado Mayor Regional de dirección del
movimiento guerrillero de la región de Chernígov
FIODOR ORLOV


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